sábado, 18 de octubre de 2014

¿Qué significa e implica el Año de la Vida Consagrada 2015 para nuestra América Latina?

¿Qué significa e implica el Año de la Vida Consagrada 2015 para nuestra América Latina?

¡Hombres y mujeres que despiertan al mundo!

 

Hna. Carmen Ros Nortes, NSC

Oficial CIVC-SVA

 

VII Encuentro Latinoamericano y Caribeño

de Vida Consagrada

Quito, 13-17 de octubre 2014

 

Introducción

He aceptado con mucho gusto estar presente en este VII Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Vida Consagrada. Tanto el Cardenal Prefecto, S. E. João Braz de Aviz, como el Secretario, Mons. Rodríguez Carballo, me han pedido que les transmita sus saludos, acompañados de afecto y oración por el éxito de sus trabajos.

Mis primeras palabras quieren ser pues de saludo cordial y fraterno de parte del Dicasterio para todos los Señores Obispos responsables de la vida consagrada de las respectivas Conferencias Episcopales, para la Directiva de la CLAR y de la CISAL y para todos los Presidentes de las Conferencias de Superiores Mayores de Religiosos de este hermoso continente. A todos el agradecimiento sincero por lo que hacen en favor de la vida consagrada.

Sé bien que estos Encuentros, organizados por el CELAM a través del Departamento de Vocaciones y Ministerios (DEVYM) y la CLAR, que se vienen sucediendo desde 1986, se han constituido en un referente para hacer crecer la comunión y participación, como testimonio y servicio de la acción evangelizadora en el hoy de América Latina y del Caribe.

En esta línea, y con la convicción profunda de que este es el camino que el Señor les ha marcado, especialmente desde el acontecimiento de Aparecida, el presente Encuentro se propone fomentar el mutuo conocimiento, presentar pautas para el Año de la Vida Consagrada y compartir procesos e iniciativas que fomenten la vida plena y la comunión misionera en vuestro Continente.

Yo me voy a referir, pues así se me ha pedido, a lo que significa e implica el Año de la Vida Consagrada y comenzaré haciendo alusión al encuentro que el Papa Francisco quiso tener con la Unión de Superiores Generales, que celebraba su Asamblea General anual[1].

Lo recordamos ¿verdad? Hombres y mujeres que despiertan al mundo: Para describir la misión de los religiosos en el mundo contemporáneo el Papa Francisco eligió esta sugestiva imagen, anunciando que el 2015 será para la Iglesia un año dedicado a la vida consagrada. Un llamado que acogió la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica proponiendo el 2015 como el año en el que se dará testimonio de la belleza que expresa la Vida Consagrada, tal como dijeron después el Cardenal Joao Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación, y el Arzobispo Rodríguez Carballo, Secretario, al presentar el Año de la Vida Consagrada en la Oficina de Prensa de la Santa Sede[2].

La noticia fue acogida como un gran regalo para todas y todos los consagrados que, por lo demás, vienen dando muestras de agradecimiento al Papa por esta iniciativa del Espíritu Santo de Dios, el único que "hace nuevas todas las cosas" (Ap 21,5).

 

 

 

 

 

 

 

 

El Papa Francisco orienta y alienta nuestro discernimiento

El Papa se mostró cercano y distendido en el diálogo con los Superiores, brillante en sus respuestas y muy propositivo. Religioso entre religiosos, como así quiso definirse, manifestó  una extraordinaria sensibilidad hacia los consagrados y consagradas en el momento actual que viven la Iglesia y el mundo.

Entre los tantos temas tratados, el ser profetas en nuestro mundo, la fraternidad, la denuncia de la "trata de novicias" y de actitudes de hipocresía y fundamentalismo, el elogio de las grandes decisiones de Benedicto XVI para afrontar los casos de abuso, la importancia de los carismas, los desafíos más urgentes, la relación entre los religiosos y los obispos, la necesidad de la ternura, de saber "acariciar los conflictos" son de un impacto que nos ayuda a discernir hacia dónde nos impulsa el Espíritu, qué motivaciones, deseos, necesidades podemos identificar para darle "nueva calidad" a la vida consagrada y hacerla "profecía", conforme al Evangelio, para el mundo de hoy.

Al proponer ahora las palabras del Papa en dicho encuentro, quisiera que se escucharan como un "discernimiento" que responda a lo que nos compromete el Año de la Vida Consagrada, en lo personal, comunitario, a nivel de Conferencia, de Directiva, de Iglesia en definitiva. Un discernimiento que va en esa línea de elegir con sabiduría, del todo opuesta a "tienen orejas y no oyen"[3].

Sé que a Uds. no les va a suponer un gran esfuerzo porque el Papa Francisco es uno venido de entre Uds., y lo que está aportando a toda la Iglesia es un estilo nuevo pastoral que refleja el caminar de la Iglesia Latinoamericana y Caribeña desde Medellín a Aparecida.

El primer grupo de preguntas estuvo dedicado a la identidad y la misión de la vida consagrada . ¿Qué se espera de la vida consagrada hoy? La de ser un testimonio especial: "Sean testimonio de un modo distinto de hacer, de actuar, de vivir. Sean valores del Reino, encarnados". El Pontífice ha afirmado que la radicalidad evangélica no es solamente de los religiosos: se pide a todos los cristianos, pero los religiosos siguen al Señor de manera especial: "Son hombres y mujeres capaces de despertar el mundo e iluminar el futuro". La vida consagrada es profecía. Y se necesita esta profecía porque, como ha observado Benedicto XVI, la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción. Sin embargo advirtió que se necesita ser profetas y no jugar a hacer de profetas. "Dios nos pide salir del nido que nos contiene y ser enviados a las fronteras del mundo". El mundo al que envía Jesús es el mundo amado por Dios: De tal manera amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca sino que tenga vida eterna (Jn 3.16). Este es el modo más concreto de seguir al Señor.

El Papa siguió diciendo que la profecía consiste en reforzar el carisma, y no confundirlo con la obra apostólica particular. El primero queda, la segunda pasa. El carisma queda porque es fuerte. A veces se confunden carisma y obra. El carisma es creativo, busca siempre caminos nuevos. Desde el Dicasterio se insiste mucho en la necesidad de ayudar a entender la vida consagrada desde su identidad. Es cierto que tantos Institutos han nacido por una necesidad, un servicio, una diaconía, pero si no hay un carisma, una espiritualidad, se pierde la identidad de la vida consagrada. Tantos consagrados no son conscientes de esto y cuando se cierran las obras se identifican con tales servicios y el problema es notable.

El testimonio carismático, siguió diciendo el Papa, ha de ser realista e incluir también el hecho de presentarse como testigos pecadores. Todos nos equivocamos. Debemos reconocer nuestra debilidad. Y admitir ser pecadores hace bien a todos. Este realismo al que nos invita el Papa es reconocer también que llevamos un don precioso en vasijas de barro. Lo más decisivo en nuestra vida es siempre la fidelidad de Dios que siempre está abierto al perdón y nos sostiene en el camino.

Cuando le preguntan Usted, Papa Francisco, ha invitado a menudo a ir a las periferias, pero, ¿de qué manera? el Papa contesta que la perspectiva del mundo es distinta si la vemos desde la periferia o desde el centro, y esto nos obliga a repensar de continuo nuestra vida religiosa. Es necesario mirar todo a partir de la periferia. Es necesario ir a la periferia para conocer de verdad la vida de la gente. De otro modo se arriesga el fundamentalismo de posiciones rígidas, basadas en una visión centralizada , y esto no es sano. Un ejemplo: quien trabaja con los jóvenes no puede detenerse a decir cosas demasiado ordenadas y estructuradas, porque estas cosas les resbalan a los jóvenes. Hoy Dios nos pide esto: salir del nido que nos contiene para ser enviados. Quien vive su consagración en clausura vive esta tensión en la oración para que el Evangelio pueda crecer en el mundo.

Ir a las periferias, las periferias existenciales … Es uno de los temas más presentes en las intervenciones del Papa Francisco: salir al encuentro del otro, buscar, situarse en las periferias del mundo para que la Iglesia, y en ella la vida consagrada, rompa la auto-referencialidad que la puede atrofiar y hacer insignificante  -no significativa- para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Por otra parte, el riesgo del activismo, de confiar demasiado en las estructuras organizativas, está siempre al acecho.

La evangelización es el hilo conductor de todos sus discursos; ir a las periferias es no dejarnos de ocupar de aquellos por quienes la Iglesia siempre ha dedicado especial atención. Es el envío misionero de Jesús a sus discípulos: "Vayan y anuncien la Buena Nueva a todas las naciones" (Mc 16,15)

Al señalarnos caminos que permitan impulsar y renovar nuestras presencias en las fronteras de la misión, el Papa nos pide atención a los pobres y profunda humanidad. Contemplar en el otro su dignidad y el misterio que toda vida humana encierra. En definitiva, no ver a los necesitados únicamente como el campo de acción de nuestra labor evangelizadora.

De aquí su fuerte oposición a una economía de la exclusión, a una cultura del descarte. A este respecto, en el Mensaje a los participantes en el Simposio Internacional para los Ecónomos generales de los Institutos de vida consagrada, organizado por nuestro Dicasterio en marzo pasado, el Papa pedía transparencia en la gestión económica: "Sean aún hoy, para la Iglesia y para el mundo, las avanzadas de la atención a todos los pobres y a todas las miserias, materiales, morales y espirituales, como superación de todo egoísmo siguiendo la lógica del Evangelio"[4]. Nuestro Dicasterio ha publicado recientemente una carta circular dirigida a todos los Institutos de vida consagrada y Sociedades de vida apostólica con las Líneas orientativas para la gestión de los bienes eclesiásticos. Seguros de que la dimensión económica está unida íntimamente a la persona y a la misión, las Líneas orientativas quieren ofrecer una ayuda para que los Institutos respondan con audacia renovada y profecía a los desafíos de nuestro tiempo, para seguir siendo signo profético del amor de Dios.[5]

Luego se abordó el tema de las vocaciones y de la formación. El Papa subrayó el cambio que ha tenido lugar en la geografía de la vida religiosa y la existencia de jóvenes iglesias que dan frutos nuevos, con abundantes vocaciones. Ciertamente todas las culturas tienen la capacidad de suscitar vocaciones. Como es obvio, es necesario evitar fenómenos dramáticos como la llamada "trata de las novicias", es decir la búsqueda de novicios y novicias en algunos países donde no hay casas de una Congregación para enviarlos a obras y casas de otros países donde las vocaciones escasean. Es necesario reconocer la recta intención, que puede, sin embargo, no ser perfecta en un comienzo, pero que luego debe purificarse en los años hasta la profesión final. De todos modos hay que estar alerta y tener los ojos abiertos. ¿Quizás el novicio o la novicia está buscando un refugio, un consuelo?

Esto nos obliga, como es natural, a repensar la inculturación del carisma que es único, pero que interactúa con las culturas. El diálogo intercultural debe impulsar a introducir en el gobierno de los Institutos religiosos a personas de diversas culturas, que expresan maneras distintas de vivir el carisma. No se trata de una inculturación folclórica, sino de una cuestión de mentalidad, de manera de pensar. No es posible formar a un religioso sin tener en cuenta su cultura, su visión del mundo. Es necesario el discernimiento, el diálogo intercultural. No se puede perder la propia identidad personal y cultural.

Luego el Papa insistió mucho en la formación que, en su opinión, se basa en cuatro pilares fundamentales: formación espiritual, intelectual, comunitaria y apostólica, elementos claves de la identidad de la vida consagrada. Es imprescindible evitar toda forma de hipocresía y de clericalismo gracias a un diálogo sincero y abierto sobre cada aspecto de la vida: "La formación es una obra artesanal, no policial", ha afirmado el Papa Francisco: El objetivo es formar a religiosos que tengan un corazón tierno y no ácido como el vinagre. Educar es dedicar a una persona más o menos tiempo según sus capacidades, su cultura. Porque de lo contrario formamos "pequeños monstruos", ha dicho el Pontífice. Y no hay que olvidar que el joven tiene otro lenguaje, otras categorías. No hablo de diferencia de culturas geográficas, sino de un cambio cultural que responde a un cambio de época. Es necesario formar a los/las jóvenes para que sean testigos de la resurrección, de los valores del Evangelio, para que formen y guíen al pueblo. El objetivo de la formación es ser formados para el pueblo de Dios. Hay que pensar en el pueblo fiel de Dios. Por consiguiente, si un seminario acepta a un ex-religioso que ha sido expulsado de un instituto religioso por serios motivos, no está pensando en el pueblo de Dios, y esto es un problema serio. Por ejemplo, el valor que ha tenido Benedicto XVI al afrontar los casos de abuso nos debe servir de ejemplo para tener el coraje de asumir la formación personal como un serio desafío, dijo el Papa, que concluyó: "No estamos buscando gestores, administradores, sino padres, hermanos, compañeros de camino". Es un llamado al servicio de autoridad que orienta desde el Evangelio el camino que juntos hemos de hacer.

Con relación a los hermanos en la vida consagrada el Papa dijo que su vocación "no es de segunda categoría, sino que es una vocación diferente". Es necesario profundizar en este aspecto, realzando su valor. "No creo en absoluto que esta vocación se haya terminado", dijo el Papa Francisco, pero "debemos entender qué es lo que Dios nos está pidiendo". El Papa se refirió al documento sobre los religiosos hermanos que reelaborado por nuestro Dicasterio está ya a punto de ser publicado. Al responder a la pregunta sobre la cuestión de los religiosos hermanos como superiores en órdenes clericales, el Papa contestó que se trata de un problema canónico y podrá, eventualmente, ser afrontado en ese nivel.

Otro grupo de preguntas se refería a la fraternidad, a la vida comunitaria. El Papa dijo que tiene una enorme fuerza de atracción. Supone la aceptación de las diferencias y también de los conflictos. Hay distintas formas de fraternidad, según los varios institutos. A veces es difícil la vida fraterna, pero es muy importante, es un testimonio. La falta de fraternidad impide el camino. Si una persona no logra vivir la fraternidad, no puede vivir en la vida religiosa, dijo el Papa. A veces hay una tendencia hacia el individualismo que a menudo es una huida de la fraternidad. Y la vida de fraternidad, si se vive mal, no ayuda a crecer. Pero, con los hermanos/as en dificultad, ¿cómo conciliar la misericordia, la comprensión y la firmeza? Hasta en las mejores familias hay miembros en dificultad, dijo el Papa. "Los conflictos comunitarios son inevitables: no es posible soñar con una comunidad o un grupo humano sin dificultades y sin conflictos", pero la comunidad tiene que tolerar los conflictos. Los conflictos son inevitables: existen y deben existir y el conflicto debe ser asumido, no debe ser ignorado. A veces puede ser necesario un acompañamiento, sobre todo cuando se trata de un hermano/a enfermo física o mentalmente. En todo caso, "no debemos actuar nunca como gestores ante el conflicto con un hermano/a, sino que nuestra caridad tiene que alcanzar una expresión de ternura hacia él". De cara al conflicto no tenemos que actuar ni como el Sacerdote o Levita de la Parábola del Buen Samaritano, que evitan el conflicto, ni como los tontos que entran en el conflicto para quedarse en él. Más bien, hay que aceptarlo, hacerlo proprio, acariciarlo, sufrirlo, superarlo y seguir adelante. Ciertamente, si nada cambia, habrá que encontrar otras soluciones, como cambiar de comunidad o abandonar la congregación, pero hay que hacer todo con ternura.

Luego se plantearon preguntas sobre las mutuas relaciones entre los religiosos y las Iglesias particulares donde los religiosos están insertos. El Papa ha afirmado conocer por experiencia los posibles problemas: "Nosotros los obispos debemos comprender que las personas consagradas no son materiales de ayuda, sino que son carismas que enriquecen a la diócesis". Siguió diciendo: "Las diócesis necesitan los carismas de ustedes". La inserción diocesana de las comunidades religiosas es, pues, importante, como es el que el Obispo reconozca y respete sus carismas. En general los conflictos surgen cuando hay falta de diálogo. Notó además que el tema ha sido tratado varias veces y que la Congregación para la vida consagrada, en colaboración con la congregación para los Obispos, está revisando y preparando un documento que quiere que sea participativo.

Como anotación, y teniendo en cuenta los logros y las dificultades en las mutuas relaciones en estos momentos, quisiera decir que diversas Conferencias Episcopales y los mismos Superiores Generales vienen expresando desde hace años el deseo de que la Sede Apostólica estudie y revise la instrucción Mutuae Relationes, publicada el 14 de mayo de 1978 por las Congregaciones para los Obispos y para los Religiosos e Institutos seculares, porque, dicen, no responde suficientemente a las nuevas exigencias pastorales de las iglesias particulares. Las nuevas directrices marcadas por el Código de Derecho Canónico, la exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata, de 1996, y la nueva conciencia de la Iglesia como pueblo de Dios reclaman la revisión de esa instrucción, que constituye no obstante uno de los mejores documentos elaborados después del Concilio Vaticano ll. Los Obispos y las personas consagradas no solamente tienen que relacionarse entre sí,  buscando caminos de comunión, sino que también debería tenerse en cuenta la presencia de los sacerdotes seculares y de los laicos comprometidos en la misión de la Iglesia, agentes pastorales no considerados suficientemente en el mencionado documento. No podemos olvidar que muchos laicos no solamente son miembros activos en la iglesia particular, sino que también participan hoy en la misión carismática de muchos institutos religiosos; tampoco podemos olvidar  que el trabajo pastoral ordinario transcurre, en muchas ocasiones, entre el clero secular y los religiosos/as.[6]

Diversos documentos y orientaciones de la Sede Apostólica de estos últimos años y experiencias variadas de colaboración han ido creando un mayor espíritu de comunión eclesial. Juan Pablo ll señalaba que había llegado el momento de promover una verdadera espiritualidad de comunión - "hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión... si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo" (Novo Millennio ineunte, 43) -, para ello es importante fomentar el diálogo, la participación y la corresponsabilidad. El mismo Juan Pablo II sostuvo reiteradamente la necesidad de mantener juntos dos aspectos y dos valores teológicos que en la visión eclesiológica del Vaticano II están íntimamente unidos y forman finalmente la verdadera unidad de la Iglesia, es decir la coesencialidad de la institución eclesiástica y del carisma. Para él en la Iglesia ambas dimensiones están  profundamente unidas en comunión, nunca paralelas ni en relación dialéctica. Si bien lo hacen de manera diversa, siendo coesenciales, las dos concurren en la vida a la renovación y a la santificación de la Iglesia. Esto no impide que, "siendo deber de la Jerarquía eclesiástica apacentar al Pueblo de Dios y conducirlo a los mejores pastos (cf. Ez 34, 14), a ella compete dirigir sabiamente con sus leyes la práctica de los consejos evangélicos mediante los cuales se fomenta singularmente la caridad para con Dios y para con el prójimo" (LG 54). Contraponer carisma e institución es destructivo para la unidad de la Iglesia y para la credibilidad de su misión en el mundo.[7] Estos principios guiarán la revisión de Mutuae Relationes.

No hemos de olvidar que la Iglesia existe para evangelizar, y por ello son imprescindible las relaciones mutuas entre obispos, sacerdotes seculares, religiosos, religiosas y laicos en nuestras iglesias; es urgente hacerlas crecer, profundizar, favorecer para poder afrontar con eficacia las actuales exigencias y desafíos que pide la nueva evangelización. Y desde luego, es muy oportuno señalar, y así lo venimos haciendo desde el Dicasterio, el paso de identidad y de cualidad en el concepto mismo de vida consagrada: de una visión funcionalista de la vida consagrada (que ha podido generar la tentación de considerar a los consagrados no por lo que son sino por lo que hacen, es decir la preeminencia de la gestión de las obras) y también restringida de vida consagrada (hablando casi exclusivamente de religiosos), a un modelo y un estilo carismático fundacional.  Se trata de un volver a las raíces de la identidad de la vida consagrada. Esto interpela no sólo a los consagrados sino también a los mismos Pastores, porque sólo si se vive y se aprecia en su verdadera identidad la vida consagrada podrá ser parte integrante de la Iglesia local y propuesta vocacional de una vida plena y atrayente.

Volviendo al coloquio con el Papa, las últimas preguntas se referían a las fronteras de la misión de los consagrados. Pero, ¿cuáles son estas fronteras? ¿cuáles periferias indicar a los consagrados hoy? Deben buscarse sobre la base de los carismas de cada Instituto, respondió el Papa. No quiero negar o minusvalorar ninguna frontera, pero hay que discernirlas todas según el carisma de cada grupo religioso. Las realidades de exclusión quedan como las prioridades más significativas, dijo, pero necesitan discernimiento. El primer criterio es el de enviar a estas situaciones de exclusión a las personas mejores, a las más dotadas. Son situaciones de mayor riesgo que requieren coraje y mucha oración. Y es necesario que los superiores acompañen a las personas comprometidas en estos apostolados.

Junto a este desafío de la marginación agregó que existe una marginación cultural y educativa en las escuelas y en las universidades. En este sector la vida consagrada puede ofrecer un enorme servicio. La educación debe "transmitir conocimientos, transmitir modos de hacer, transmitir valores. Mediante estos pilares se transmite la fe. El educador tiene que estar a la altura de las personas que educa,  interrogarse sobre cómo anunciar a Jesucristo a una generación que cambia". Luego insistió diciendo: "¡La tarea educativa hoy es una misión clave!".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un Año dedicado a la Vida Consagrada

El Papa Francisco nos ha sorprendido muy agradablemente con esta decisión. El 2015 será para la Iglesia un año dedicado a la vida consagrada, con el deseo de que la evangelica vivendi forma que los consagrados y las consagradas viven como sequela Christi  pueda ser memoria eficaz y viva del Evangelio.

Nuestro Dicasterio se hace partícipe de esa voluntad que acoge con agrado, y desea responder a las múltiples expectativas. Por ello, propone un itinerario especial (29 de noviembre de 2014 – 2 de febrero de 2016) para facilitar la reflexión, la confrontación, la experiencia eclesial, la oración coral acerca de la vida consagrada, que "enraizada profundamente en los ejemplos y en las enseñanzas de Cristo Señor, es un don de Dios Padre a su iglesia por medio del Espíritu" (VC 1), tal y como se ha escrito a las Conferencias Episcopales para sensibilizar sobre las iniciativas para el Año de la Vida consagrada.

Dicho itinerario se sitúa entre la memoria viva de la Lumen Gentium, en la que la vida consagrada ha encontrado status eclesial, y el Perfectae caritatis, magna carta conciliar que ha puesto en marcha la accomodata renovatio de los Institutos en la Iglesia, para que dicho evento de gracia sea visto en la eclesiología de comunión: "Cuando el Concilio nos dice que la vida religiosa es un don del Espíritu a la Iglesia, subraya no sólo la naturaleza del don, sino también la realidad a la que el don se ofrece: la Iglesia, el cuerpo eclesial […] El marco es la Iglesia: la vida consagrada es don a la Iglesia, nace en la Iglesia, crece en la Iglesia, está toda ella orientada hacia la Iglesia".[8]

La vida consagrada  está viviendo una nueva etapa en la que, junto a evidentes signos de muerte, se reconocen numerosos caminos de vitalidad y de santidad en la comunión eclesial. En el marco de la visión del Santo Padre, nuestro intento es que la celebración de un Año dedicado a la Vida consagrada pueda vivirse de tal forma que toda la Iglesia pueda gustar los frutos de su misterio de comunión.

Estamos invitados - y este es el objetivo - a que este año sea una ocasión para "recordar con memoria agradecida" este pasado reciente. A reconocer lo que el Señor, en nuestra fragilidad, ha hecho en nosotros y con nosotros. Y, desde la mirada agradecida, "abrazar el futuro con esperanza". Una esperanza que nos empuja a "vivir el presente con pasión". 

Como se puede ver en el programa, hemos previsto algunos eventos mundiales que celebraremos en Roma con consagrados y consagradas de todas las partes del mundo. Otras iniciativas se dejan a la organización de las Conferencias para una celebración a nivel local, según los recursos a disposición y la creatividad.

Sí, numerosas iniciativas e itinerarios harán posible el desarrollo de este año, desde la Asamblea plenaria de la Congregación, que se tendrá el próximo mes de noviembre y que, partiendo de las palabras de Jesús "vino nuevo en odres nuevos", tendrá como tema el novum de la vida consagrada a partir del Vaticano II, hasta diversos encuentros internacionales en Roma para jóvenes, para formadores y para las diversas formas de vida consagrada; además de un coloquio ecuménico.

Las iniciativas propuestas por el Dicasterio están indicando las urgencias a las que se quiere dar prioridad:

El ecumenismo.  En la celebración del Año de la vida consagrada es significativo recordar que en los dos mil años de historia de la Iglesia los consagrados han sido una presencia profética y animadora de comunión para toda la comunidad eclesial.

El coloquio ecuménico, durante la semana de oración por la unidad de los cristianos, del 22 al 25 de enero de 2015, será una ocasión para: 1) conocer las formas de la sequela Christi  en las diversas tradiciones eclesiales (se contará con la presencia de anglicanos, ortodoxos, patriarcados, asociaciones de religiosos de las diversas tradiciones que ya trabajan juntos); 2) compartir la aportación de los consagrados en el ecumenismo espiritual mediante la puesta en común de experiencias, lo cual produce ya comunión.

Los jóvenes son un reto para el mundo. El laboratorio para las jóvenes y los jóvenes consagrados, del 23 al 25 de septiembre de 2015, será en este Año una ocasión propicia para manifestar nuestra confianza en los jóvenes y que a su vez ellos puedan expresar la belleza de la propia vocación. El trabajo con las nuevas generaciones sigue siendo muy importante para la Iglesia. El joven tiende siempre a buscar algo más. Por su parte el Papa está insistiendo en que no podemos concebir una Iglesia cerrada en sí misma, que es mejor una Iglesia accidentada. La renovación de la Iglesia tiene que ver con salir e ir a las periferias existenciales de la vida. Para nuestros jóvenes este mensaje es fundamental, ya que corren el peligro, por un lado, de quedar atrapados en una espiritualidad un tanto cerrada, y, por otro, en una sociedad que los absorbe con estímulos y propuestas que no les permite abrirse al servicio de los demás.

La formación, un tema tan relevante, en los Institutos de vida consagrada y en las sociedades de vida apostólica, no fácil de afrontar hoy. El Seminario para formadores y formadoras a la VC del 8 al 11 de abril de 2015 debe ayudar a formar el corazón. La formación ha de potenciar en los formandos un gran amor a la Iglesia universal y local, y ese amor es el que permitirá a la vida consagrada desempeñar su misión profética en todo momento. ¡Cuántas veces repetimos que de la formación que recibimos y de la formación que damos depende el presente y el futuro de nuestra vida y misión!

Del 26 de enero al 2 de febrero de 2016 se tendrá la Semana mundial de la vida consagrada en comunión, con el fin de dar una visión unitaria de la vida consagrada en sus múltiples formas. Es una novedad, en este camino de comunión, porque es la primera vez que se reúnen todas las formas de vida consagrada. El fundamento común es la diversidad de formas.

Esta semana es, por así decir, central para responder a los interrogantes que antes el Papa nos ha planteado: ¿qué se espera de la vida consagrada hoy?; en lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma.

El Dicasterio ha indicado también una serie de itinerarios en el mundo que se han confiado a la organización de las Conferencias Nacionales para que puedan ser realizados en cada nación, diócesis y congregación.

Entre los varios eventos, hay que prestar una atención particular al 26 de septiembre de 2015, día de la Memoria Mundial Sanctorum et Martyrum de la vida consagrada. Cada nación recordará a sus santos y mártires de la vida consagrada, especialmente los del último siglo. El mismo esmero se debe a la actuación de los Caminos evangélicos significativos (4° itinerario), implicando a todo el mundo de la VC (vida activa y contemplativa, Institutos Seculares, Vírgenes Consagradas, etc.).

El Itinerario cultural, con laboratorios para investigar y compartir, organizados por las Universidades Pontificias dirigidas por los Institutos de vida consagrada sobre temáticas y quaestiones de vida consagrada a los 50 años del Concilio Vaticano II.

La Cadena mundial de oración en los monasterios, que prevé stationes en lugares de particular significatividad monástica en el mundo.

La Via pulchritudinis, valorizando los lenguajes artísticos en la vida consagrada para la contemplación y el anuncio de la verdad y de la belleza de la fe (exposiciones, itinerarios, experiencias).

Conclusión

A la luz del lema Vida consagrada Evangelio profecía esperanza en la Iglesia hoy  el Año de la Vida Consagrada ayudará a los consagrados y consagradas a renovar la fidelidad a su propia vocación para encontrar el valor de la profecía; que sea ocasión para una profundización teológica y que, al dar a conocer la belleza de la vida consagrada, alimente un espíritu de comunión. Así, las iniciativas no serán sólo celebrativas dentro de la propia vida consagrada, sino de comunión y relación profunda con la Iglesia y el mundo.

Sí, son muchas las iniciativas e itinerarios para vivir el Año de la vida consagrada. La programación del Dicasterio es a modo de ejemplo, pero lo que más cuenta es aquello que se realizará, que se está realizando  en los ambientes ordinarios de vida.

ìCuántos senderos viene recorriendo la Iglesia y la Vida consagrada en América Latina y el Caribe, teniendo como punto de partida el impulso del Concilio Vaticano II; su intuición de una Iglesia Pueblo de Dios, Iglesia comunión, Iglesia casa de encuentro y de humanidad, Iglesia de los pobres!.

ìCuántas las ocasiones en las que la Iglesia Latinoamericana y Caribeña, y la vida consagrada en su conjunto, ha evaluado e impulsado el modelo postconciliar de "comunión y participación"!.

 Para terminar, expresarles de corazón que el Espíritu, que ha ido llevando a la Iglesia Latinoamericana y Caribeña, y en ella a la vida consagrada, a una siempre mayor sintonía, les mantenga en estado de 'discipulado misionero' para dar vida a vuestros pueblos, en Cristo.

            Y como con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre está María (cf EG 284), Ella, que es Madre del evangelio viviente, nos ayude a ser cada vez más como su Hijo Jesús.



[1] Encuentro del Papa Francisco con la Unión de Superiores Generales (USG) en el Aula del Sínodo del Vaticano (29 de noviembre de 2013). Cfr. A. Spadaro, ¡Despierten el mundo! Coloquio del Papa Francisco con los Superiores Generales, en "La Civiltà Cattolica", cuaderno n. 3925 (4 de enero de 2014), pp. 3-17.

[2]  Presentación oficial del Año de la Vida Consagrada (2015) en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 31 de enero de 2014.

[3] Los profetas reprochan la infidelidad de Israel porque tienen ojos y no ven, tienen orejas y no oyen, y en consecuencia no pueden actuar conforme a la voluntad de Dios (cf. Jr. 5, 18).

[4] Francisco, Mensaje a los participantes en el Simposio Internacional sobre  La gestión de los bienes eclesiásticos de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica al servicio del humanum y de la misión en la Iglesia, 8 de marzo de 2014.

[5] Desafiar todas las formas de injusticia e impulsar un ideal común de fraternidad y solidaridad en especial con los más pobres fue también la invitación del Papa Francisco a los participantes en el Encuentro de la Junta de los Jefes Ejecutivos de Naciones Unidas, a los que recibió en la Sala del Consistorio el 9 de mayo de de 2014, pocos días después de la canonización de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. Ellos nos inspiran con su pasión por el desarrollo integral de la persona humana y por el entendimiento entre los pueblos.

[6] Cf E. Hernández S., La Espiritualidad de Comunión. Desafío de la Iglesia en el Mundo. "Sequela Christi" 2013/02.

[7] Juan Pablo II hizo alusión a la coesencialidad entre carisma e institución ya en 1987 en el II Congreso Internacional de Movimientos eclesiales y lo retoma explícitamente en el Congreso Mundial y en la Celebración de la vigilia de Pentecostés de 1998.

[8] J.M. Bergoglio, Sínodo sobre la Vida consagrada, en la XVI Congregación general, 13 de octubre de 1994.

 

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