Como complemento a la copiosa información enviada por nuestra presidenta de CISAL, Lucy Flores, Marcos Coriñaupa nos envía esta sabrosa crónica de un amigo salesiano, Angel Roncero, SDB. Y anunciamos en primicia que pronto estará la “multiplicación” en Perú.
Cartago (Costa Rica), del 31 de Enero al 5 de Febrero de 2011
“Maestro, en tu palabra echaré las redes”. Con este lema, Cartago fue durante una semana la capital de la Iglesia latinoamericana con la presencia de unos quinientos delegados desde Canadá hasta Chile y Argentina. Otros seiscientos laicos costarricenses, especialmente jóvenes, hicieron de “servidores” con una excelente logística, modelo de organización.
Numerosas delegaciones de la Iglesia Católica estuvieron oficialmente presentes en esta magna asamblea: Laicas y laicos, religiosas y religiosos, institutos seculares, sacerdotes, obispos, cardenales, delegados del Vaticano mediante la Pontificia Obra para las Vocaciones Sacerdotales diocesanas (POVS), el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) con su presidente el Cardenal Arzobispo de Aparecida (Brasil), la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), la Organización de Seminarios Latinoamericanos (OSLAM), la Confederación de Institutos Seculares de América Latina (CISAL), etc., etc. Naturalmente, el Papa Benedicto XVI envió al Congreso una especial bendición apostólica y un emotivo, profundamente teológico y pastoral mensaje sobre la vocación y las condiciones para que llegue de nuevo una florida primavera vocacional a este gran continente de la esperanza.
El evento inició con una concelebración de los congresistas en la catedral de Cartago con su obispo anfitrión Monseñor José Francisco Ulloa Rojas el 31 de Enero a las 18.00 horas y concluyó con otra concelebración presidida por el Señor Arzobispo de San José, Monseñor Hugo Barrantes Ureña en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles el sábado 5 de Febrero a las 11 am.
El tema central: la vocación cristiana y la pastoral vocacional, en el pasado, presente y proyección para el futuro. La meta, crear una cultura vocacional en el pueblo cristiano. “Llamados a lanzar las redes para alcanzar vida plena en Cristo”
Sobre la vocación disertaron varios conferencistas en las asambleas plenarias. Pero el plato fuerte lo sirvió, en casi perfecto español, el mundialmente conocido profesor universitario y sacerdote italiano Amadeo Cencini, de los Hijos de la Caridad Canossianos. Cencini, prolífico escritor, es profesor en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. Es experto en Teología y Psicología de la Vocación y de la vida consagrada. Interesante su aporte sobre la Teofanía y Teopatía de la vocación. Pati Deum. Sufrir a dios, sufrir como Dios, sufrir en y para aquellos en los cuales Dios sufre. Y todo esto unido al sufrimiento de Cristo. Vocación sin pasión no existe.
La vocación cristiana, como la de Cristo, tiene un aspecto glorioso y otro sacrificial. Respuesta y entrega radical a Dios hasta la vida. Entrega a Dios y al hermano. Y renuncia, renuncia para la entrega. Renuncia radical a sí mismo para la entrega total al Padre es la mayor gloria de Cristo y del cristiano. La vocación no es en primer lugar mi realización personal, es para la comunidad. El cristiano es salvado para ser salvador de otros y sólo así puede realizarse como cristiano. Debe pasar de la vida como bien recibido a la vida como bien donado, del amor recibido al amor donado. La vocación habla, en primer lugar, de Dios y no de otra cosa, del amor de Dios que llama. Al principio está siempre el amor de Dios que llama. Cada vocación es diferente, como diferente es el individuo. Toda vocación es única, irrepetible, individual, pero no para sí mismo, sino al servicio de los demás, de la comunidad. Es fruto del ser infinito de Dios y por tanto de su infinito amor. Buen teólogo y excelente expositor, Cencini insiste en la idea de Dios amor, caridad. Dios es amor y por tanto llama. Llama a la existencia y a un proyecto de amor personal e irrepetible para cada hombre que viene a este mundo. Llama porque ama y llama siempre porque siempre ama. Es propio de su esencia el llamar. También para las vocaciones sacerdotales y religiosas Dios llama siempre. La crisis vocacional no es de los llamados, sino de los llamadores, de los animadores, de los que llaman, de los mediadores… ¿Por qué tengo que ser mediador y buen mediador del que eternamente llama? Si no me considero eternamente llamado y responsable de la llamada de los otros, no puedo ser verdadero animador vocacional. Se trata de descubrir, responder, animar, acompañar y ser fiel a esta llamada eterna de Dios. Desde antes que nacieras te conocí y te consagré. La vocación de parte de Dios es una y definitiva para cada ser humano, pero de parte nuestra su aceptación y realización se hace cada día, la vocación es matutina. Según Cencini, en la Biblia no es el hombre el que hace experiencia de Dios, sino Dios que hace experiencia del hombre. Una cultura vocacional, dice Cencini, incluye tres elementos fundamentales. El contenido intelectual o mentalidad vocacional que corresponde a la Teología de la vocación. Ésta debe pasar a ser en la Iglesia sensibilidad vocacional que corresponde a la Espiritualidad de la vocación. De la idea y de la sensibilidad se debe pasar a la práctica, a las modalidades concretas con la Metodología y Pedagogía vocacional. La pastoral vocacional debe ser el elemento transversal de toda la pastoral de la Iglesia. La pastoral, o es vocacional o no es pastoral. Aquí entra la relación entre la formación permanente y la animación vocacional, ambas se hacen durante toda la vida y son dos momentos del mismo contenido o perspectiva teológica y psicológica.
El salesiano argentino Mario Llanos, profesor en el Instituto de Pedagogía Vocacional de la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, expuso los resultados de la encuesta mundial hecha por El Vaticano a través de las Conferencias Episcopales sobre la Pastoral Vocacional en el mundo.
En la preparación y realización de este Segundo Congreso Continental Latinoamericano y del Caribe de Vocaciones (con la presencia de observadores de Estados Unidos y Canadá), trabajaron largo tiempo miles de personas de toda América Latina. Pero fueron principalmente dos sacerdotes costarricenses los que soportaron sobre sus espaldas “el peso del día y del calor”. El Pbro. Alexis Rodríguez Vargas, de la Arquidiócesis de San José y secretario ejecutivo del Departamento de Vocaciones y Ministerios (DEVYM) del CELAM, organizó la convocación, el temario, los conferencistas y dirigió las actividades de grupos, talleres y asambleas plenarias. El Pbro. Cristian Rivera, Director de Pastoral Vocacional de la Diócesis Anfitriona, tuvo a su cargo la organización del hospedaje y alimentación de los quinientos delegados, todo gratuito, y, además, todo lo que a logística se refiere en un congreso de esta magnitud. La Iglesia de Costa Rica, las parroquias y familias de Cartago y San José, hospedando gratuitamente a todos los delegados, demostraron una vez más el gran sentido de fraternidad y caridad que siempre las ha caracterizado. La Iglesia de Costa Rica ha dado un maravilloso ejemplo al mundo, demostrando que se puede realizar un gran congreso de quinientos delegados de más de 30 naciones sin tener que pagar ni un centavo a ningún hotel…
El ambiente y el desarrollo de todo el Congreso fue de profunda hermandad, consenso y acuerdos, sin tensiones de grupos, mentalidades, nacionalismos o regionalismos. Por motivos prácticos se divide el Continente en Regiones: Caribe, Centro América y Méjico, Países Bolivarianos, Cono Sur. Naturalmente, salieron todos decididos a trabajar más y mejor, unidos y concordes para crear en el pueblo cristiano una “cultura vocacional” por las vocación cristiana, laical, sacerdotal, consagrada y religiosa.
Este Segundo Congreso Continental de Vocaciones fue precedido por congresos nacionales en todo el Continente y continuará con el Postcongreso por naciones y regiones. El Postcongreso para Centro América se tendrá en la diócesis de Suchitepéquez, Guatemala.
Del Congreso Continental se espera un nuevo amanecer, como un nuevo Pentecostés en la Iglesia Latinoamericana hasta que todo cristiano sea un discípulo y misionero del Evangelio.
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