lunes, 1 de marzo de 2010

NORMA VALUSSI, Apóstol del Sagrado Corazón, gozo perpetuo

NORMA VALUSSI

Apóstol del Sagrado Corazón

¡¡ Prohibido   pensar en ella con tristeza!!

Norma Valussi nació el 14 de setiembre de 1952 en Margarita Belén- Provincia del Chaco- Argentina. Ingresó a Primera Probación en el Instituto Secular Apóstoles del Sagrado Corazón el 8 de febrero de 1985; a segunda Probación  el 30 de enero de 1986. Hizo su Primera Consagración el 30 de enero de 1988 y  se consagra perpetuamente  in articulo mortis en agosto de 1996. Falleció en  Resistencia- Chaco- Argentina el  15 de noviembre de 1996. El solo recordarla trae un remanso de paz. Es que no se puede pensar en ella sin que se presente con su sonrisa amplia, su risa contagiosa, sus gestos y tonos exagerados para hacernos reír

 

“A nuestras hermanas de Argentina, respondiendo al derecho que tienen de conocer los regalos que el Señor hace al Instituto.

“El que está VIVO ¡¡ ese te da GRACIAS como yo ahora!!” Is. 38,19

¡¡Aleluya!! ¡¡Yo soy la Resurrección y la Vida!! Jn 11,25

Hace ya más de dos meses que murió y nos decimos “parece imposible”. ¡Tenía tanta fortaleza, tanta alegría, tantas ansias de vivir que creíamos iba a vencer la enfermedad...!

En ella se cumplió fielmente lo del padre Fundador: “Apóstol del Sagrado Corazón  humilde, fuerte, alegre”.

A todas nuestras hermanas de la Provincia Argentina les queremos hablar de Norma. Nos parece egoísta guardarnos sólo para nosotras ese “regalo de Dios al Instituto” que ella fue y es.

Hace pocos años, cuando preparamos el folletito vocacional con testimonios, sus sentimientos y proyectos se resumían así:”Dios me regaló unas manos muy habilidosas y yo se las agradezco. Me gustan las manualidades; soy profesora y me salen muy bien los trabajos. Además soy repostera ¡me encanta decorar tortas!

Y en todo esto que a primera vista parece superficial he encontrado un sentido profundo.

Mi trabajo está destinado a momentos felices, a fiestas, a horas de alegría, risas y juegos...¡¡¡ allí también tiene que estar Dios!! ¡¡¡ Y mucho ¡!! Hay que aprender a agradecerle la dicha que nos regala, empezando por la propia vida. Y eso se lo puedo hacer notar a los que me piden tarjetas, adornos, tortas...” (Fragmento de su testimonio)

Era, como que su vida, estaba al servicio de la “Acción De gracias”, del hacer feliz, del evitar o aliviar sufrimientos a otros...Al tratar con ella parecía “sin problemas”. Sin embargo su vida estaba marcada por grandes sacrificios y sinsabores.

Hija de una numerosa y  linda familia del campo, sufrida, buena, estuvo siempre al lado de los que necesitaban “una mano”. Dejó su colonia natal y fue a Resistencia en busca de nuevos horizontes. Tenía únicamente la escuela primaria y se propuso hacer la secundaria. Lo logró; luego estudió manualidades y repostería. ¡Era una artista! (Fuimos testigos las que vimos y comimos la torta en la inauguración de la Casa Madre del Buen Consejo)

Su mayor problema era “dónde vivir”... Al fin, unos pocos meses antes de enfermarse logró una casita prefabricada, que por el abandono estaba en pésimas condiciones. “A fuerza de pulmón” fue limpiando las malezas, el barro acumulado en el interior, fruto de las inundaciones....acarreando ladrillos, materiales...levantando ella misma un murito...tapando rendijas con cartón prensado...Con todo por hacer, sin luz eléctrica, con un calentador a gas ¡era tan feliz! ¡Con qué cariño hablaba de su casita “tan linda”!. A las pocas semanas el patio ya sonreía en las flores y verduras que sembró  apenas llegar.

Y las ASC fuimos conociendo el camino a la casita que era un brote de acogida en nuestro Centro. Algunas del interior pudimos compartir los primeros mates y hasta comer ricas tortas que se ingeniaba para hacer en el calentador. ¡Era tan lindo ir a la casita de Norma! Toda la precariedad se esfumaba, porque al final lo que siempre cuenta es el amor, es la fraternidad, es el sentirse recibido con cariño. Norma insistía: “vení a mi casita, nos vamos a arreglar; vení...”

¡Hasta ocupábamos su cama! Y cuando ya estaba en el Hospital y alguna le decía “anoche dormí en tu cama”, se le ilumina el rostro, se sentía feliz, como agradecida. Sí, agradecía que vayamos a compartir con ella. Uno de sus  “sueños apremiantes” era arreglar la casita para sede de las ASC. Insistía: “Aquí vamos a poder hacer los retiros”.

 

Con qué alegría abrió las puertas y el corazón a Analía que dejaba  el Barrio Toba después de darnos también un “susto mayúsculo” con su enfermedad. Norma hablaba continuamente de Analía, de lo lindo que era vivir juntas, de los planes que tenían en común...

Llegó mayo`96. Nos reunimos en la ciudad de Corrientes para un encuentro de la JISA. Se sentía terriblemente dolorida y a pesar de eso, fue y participó; hacía días que no dormía por el dolor...la estaban medicando por dolores musculares (nosotras también creíamos que era eso porque había estado acarreando junto con Analía escombros; unos trozos grandes y pesados) Pasaron los días. Cada vez más dolor; no podía acostarse, dormía sentada... al fin, después de más de veinte días, en el Hospital (no tenía mutual), descubrieron la enfermedad...¡Cáncer en el pulmón!

Norma era una modista de primera. Lo último que cosió fueron unas prendas de Neli. Sentía un inmenso amor filial por ella; estaban unidas por una auténtica amistad. Neli también vino a Resistencia, desde Rosario, para verla, animarla, hacerle sentir su cariño.

Y...comenzó la dura realidad que nunca imaginamos. “Esta es la hora de la paciencia para los santos, para los que guardan los mandatos de Dios y la fe de Jesús” Ap. 14,13.

“Aunque según piensa la gente, sufrieron muchos padecimientos, la otra vida estaba preparada para recibirlos”. Sab.3, 4

“Los probó como se prueba el oro en el horno donde se funde el metal, y los aceptó como víctimas consumidas por el fuego”. Sab. 3,6

Todas sabemos que Dios no es un torturador; que es un Padre de Amor, rico en misericordia, en ternura...

Todas sabemos que nuestra naturaleza es limitada, frágil, sujeta a la enfermedad y a la muerte...

Todas sabemos (más aún después de acompañar a nuestras hermanas Juanita y Norma) que cuando en la vida de una persona, que se entrega confiadamente al Señor, abunda el dolor, también sobreabunda la Gracia de la fortaleza serena y alegre.

 

Las que estuvimos junto a Norma nos metimos en un abismo en el que se mezclaba el amor de Dios y el amor de Norma a Dios, ofreciendo libremente su cruz.

Cuando íbamos camino al Hospital sentíamos el corazón estrujado por la angustia y la impotencia. Llegábamos apesadumbradas a oncología. Alguna casi ni se animaba a entrar y allí... ¡oh milagro! Norma nos cambiaba, nos daba esperanza, alegría... nos hacía reír; nos comentaba sus ilusiones y sus proyectos...

Cuando hablábamos más íntimamente con ella y le preguntábamos  si tenía dolores fuertes, respondía como si estuviera hablando de otra persona, usando expresiones, tonos y gestos exagerados para hacernos reír. Por ejemplo, el Dr. al hacerle una de esas dolorosísimas curaciones le pregunta “¿Te duele?”; ella le dice: “pero Dr.,..¿No ve cómo baila y baila mi patita?... es de dolor...”

Un día comentaba: “La Dra. me dice que tengo que aguantar cuando me sacan líquido del pulmón (sin anestesia). Yo hago todo lo posible. Al principio podía, ahora ya no, me vence, me hace llorar, es más fuerte que yo”. Lo decía con preocupación. Después ya comenzó a desvanecerse de dolor.”(Sin quejas)

Nos decía:”La oración de ustedes me da fuerza”... y nosotras frente al Señor y desde lo hondo del alma le pedíamos:”Señor, ten piedad de Norma...devuélvele la salud”.

Era terrible enterarse de todo lo que le hacían y sin anestesia....Los sacrificios que sobrellevaba con serenidad... Días inmóvil a causa del drenaje... Días y más días de Hospital...La quimio...El ser llevada al campo –su casa- a 60 Km. de Resistencia con parte de camino de tierra....El tomar sólo una cafiaspirina en lugar de la morfina...El pasar largos días sin calmantes porque su organismo no los toleraba..

Jamás, jamás un queja. Hasta las enfermeras le decían “¡Norma! ¿Por qué no te quejás?”

Al fin, quejarse es como una suerte de alivio. Ella decía “¿Qué gano con quejarme?”; a los más íntimos nos decía:”Si me quejo haré sufrir más a mi familia” Siempre pensaba en los demás. No quería que su mamá quedara en Resistencia porque sufría  enormemente viéndola así. La familia disponía de ella porque ella siempre mostraba conformidad con lo que le decían o resolvían en su intento de que se sane. No quería ocasionar molestias. Cuando le preguntamos si a la tía, en cuya casa estaba  en Resistencia los días que pasaba fuera del Hospital, no le molestaría que las del interior fuéramos los domingos a la siesta, nos dijo” Vengan tranquilas ¡si no le molesto yo!” La tía y su familia son también personas magníficas.

Norma nunca se rebeló. No decía   “Por qué Señor... o  Por qué Dios permite esto”... al contrario, en la cama del Hospital, expresiones como estas brotaron de sus labios y de su corazón:”No tengo nada y lo tengo todo”...”No me interesa lo que tengo ahora sino lo que Dios tiene para mí en adelante”...”Yo no me preocupo de mi salud ni de mi vida porque mi vida es de Dios”. “Yo le entregué mi vida, que El haga lo que quiera de mi”.

Cuando supimos de su enfermedad se la invitó a hacer su Consagración definitiva. La hizo en María Auxiliadora, delante de Niny y entre lágrimas; soñaba hasta el final con poder hacerla ante todas las ASC del Centro, en los Ejercicios Espirítales  de 1997. Decía: “no me mejoro para poder hacer los Votos”...”Si estoy así no podré ir a los Ejercicios”. Había logrado ilusionar hasta  a su familia con el día de su consagración definitiva.  A Analía le dijo: “¿Sabés?..Yo tenía celos de vos. ¡Qué tonta! ¡Era porque hiciste los votos definitivos tan joven!

Uno se queda anonadada ante tanta capacidad de sufrir en silencio que tiene el ser humano y nosotras volvimos a ser testigos de que en esos momentos Dios no abandona, es fiel. (Lo habíamos vivido ya con Juanita) únicamente una vez dijo, en respuesta  a un “rezo  por vos”: “Pedile al Señor que me dé una hora para descansar”. ..

Fueron meses duros en que se nos cruzaba la muerte y la esperanza de vida. El diagnóstico médico decía:”Es irreversible, fulminante” y el mensaje que sacábamos al estar con ella era de vida, ilusiones, proyectos; un “me siento mejor”...” no se  aflijan por mi... ya voy a mejorar”... y  todo esto en medio de chistes y risa... ¿Cuánto esfuerzo interior le habrá costado alentar a los otros mientras sabía lo que tenía y sentía que cada día estaba peor?

Nuestra esperanza de que viva era muy grande, hasta lo último, por eso nos cuesta tanto este vacío...

En medio de ese calvario Dios fue poniendo “fuertes puntales” de su Presencia de Amor, de su delicadeza, de su ternura:

 Una doctora, oncóloga; verdadera apóstol, de vida espiritual profunda. Norma decía que con ella hablaba un poquito de su enfermedad y mucho de Dios. Ella quería mucho a Norma y le dijo a la familia cuando vino el P. Tardif a Resistencia: “Llévenla”. Ella, como nosotras, soñaba con un milagro.

El Padre Enrique Rastellini SJ fue otro regalo que Dios hizo a Norma La visitaba continuamente y la confortaba. Ella lo esperaba y “guardaba “lo que él le decía y mostraba su gozo al contarnos:”Vino  el Padre Enrique”: Se sentía valorada, querida y lo agradecía...Este gesto del Padre Enrique es para todas nosotras un llamado fuerte, porque él es un sacerdote sumamente ocupado, con “miles” de tareas pastorales y, sin embargo, permanentemente venía desde Corrientes a visitarla. ¡Cuántas veces uno se ocupa de muchas cosas y deja lo importante!

Refiriéndose a Norma, él dijo a una ASC “es una santita”. En una tarjeta a la Responsable de Centro le decía:”Norma fue presencia tierna de Dios. Un regalo”:

Él no estaba en Corrientes cuando Norma murió y celebró la Eucaristía por ella al cumplirse un mes, en Resistencia, con la participación de la familia y de las ASC.

El Padre contó que atendió a muchos enfermos terminales pero ninguno fue como Norma, en la que encontró tanta entrega al Señor. A menudo iba a verla llegaba preocupado por circunstancias del momento y encontraba que ella le daba ánimo y fuerza para continuar.

Analía fue el “ángel” que Dios puso a su lado. La misma Analía tal vez no se daba cuenta de lo que Dios hacía a través de ella y muchas veces el peso de la enfermedad de Norma, que caía con tanta fuerza sobre ella, la angustiaba sobremanera. Pero Norma se sentía feliz con ella. “hablaban el mismo idioma”, el de la consagración...Analía tiene el don de “salidas ocurrentes” y continuamente distraía a Norma, haciéndola reír... esforzándose por impedir  que algún pensamiento oscuro intentara aprisionarla. Estaba pendiente de sus sufrimientos, de sus movimientos... ¡Cuántas noches de Hospital durmiendo las dos juntas en esa camita angosta e incómoda! Uno no logra imaginarse cómo lograban dormir...Cuántas noches de Hospital cuidando el drenaje mientras Norma debía permanecer inmóvil boca arriba... los mates de la madrugada... las despedidas a las 5,30h en que Analía dejaba el Hospital para ir a su trabajo y la pregunta ansiosa “¿volvés esta tarde?... También estaban los momentos de conversación seria. Analía es la que más confidencias recibió de Norma; es la que más le ayudó a llevar su cruz ocultando la congoja y cambiando heroicamente las lágrimas en sonrisa de aliento. Estuvo siempre al lado de Norma... hasta el final...

Las otras ASC del Centro también íbamos a visitarla continuamente... hablábamos por teléfono...Niny se comunicaba  con la doctora....

Ya hacia el final Norma fue apagándose  rápidamente. Además de los pulmones también el estómago se le llenó de líquido.

El 15 de noviembre a las 15,30 murió. La velaron en la colonia Campo Rossi y la  sepultaron en un pueblo llamado Margarita Belén. Es un lugar distante y era día hábil, por eso  no todas las ASC del interior pudieron ir y eso fue un dolor muy grande. Un  grupo fue  en una combic. No había sacerdote. Las ASC hicimos una celebración que intentó ser alegría, triunfo, esperanza, acción de gracias a la vez, porque el que muere con Cristo con el resucita. ¡Y vaya si Norma vivió con El!

Llegados al cementerio, al abrir la puerta del panteón familiar, un gran vitral del  Sagrado Corazón nos recibió. Fue como un mensaje más del Señor para que jamás dudemos de su ternura.

“¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa del Señor!”

 

(Redactado por el Centro Litoral Norte a dos meses de su muerte)

Gentileza de: Elisa Nelli Crespo [elineasc@yahoo.com.ar]

 

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