En sus primeras declaraciones, desde New York, después de la gran noticia, Mario Vargas Llosa, habló de su dedicación a la literatura como trabajo «un placer que ha sido sobre todo trabajo». Más tarde añadió: «En estos momentos siento que me acompañan los que me han guiado, mis escritores de cabecera los que me han enseñado lo que sé: Tolstoi, Dostievski…Thomas Mann».
Trabajo y compañía son las palabras que se imponen también frente al acontecimiento de la resistencia y del rescate de los mineros chilenos.
No perdamos esta idéntica gran sugerencia que nos viene de hombres y situaciones tan distintas y que nos dicen que el trabajo –a cuya fatiga tanto nos resistimos– no es una condena, sino, por el contrario, el signo de nuestra dignidad y responsabilidad en la historia.
Afirmarlo es desafiante, porque todo alrededor nuestro parece decir lo contrario; pero justamente esta es la fuerza de lo que acontece: nos sacude de la pasividad, nos «rescata» y nos hace reconocer lo que corresponde realmente a nuestra naturaleza.
Somos hombres y estamos hechos para lo que es grande, verdadero y bello, pero también somos frágiles y olvidadizos y nos cansamos y desanimamos fácilmente.
Necesitamos no estar solos en el camino hacia el ideal, necesitamos la compañía de todos aquellos hombres –del pasado y del presente– para los cuales vivir es entregar la vida y el trabajo para la positividad y el bien de todos los hombres.
Giuliana Contini
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