viernes, 26 de febrero de 2010

DE NAGASAKI A ROMA: Keiko Momosaki

Historia de una conversión a través de la amistad “alma a alma”

Todos los caminos conducen a Roma, la Ciudad Eterna, corazón de la Iglesia. También el recorrido por Keiko Momosaki desde Fukuoka, cerca de Nagasaki, en el país del sol naciente. Un camino iniciado como el suave amanecer de los paisajes nipones: primer contacto con la fe cristiana, conversión del budismo y bautismo en la Iglesia Católica, hace ahora veinte años. Ella misma nos cuenta su experiencia, a raíz de su primera estancia en España para conocer a las cruzadas y militantes de Santa María.

“Provengo de Fukuoka, una ciudad cercana a Nagasaki, en la isla de Kyushu, al sur del Japón, conocida con motivo de la bomba atómica de la Segunda Guerra Mundial; en realidad, desde la llegada de San Francisco Javier, fue un lugar importante para la difusión del cristianismo por aquellas tierras. Durante casi dos centurias (1639-1853) Japón estuvo cerrado a los extranjeros; solamente quedó abierto el puerto de Nagasaki para favorecer el comercio con los holandeses. Esta circunstancia marcó el carácter abierto y comunicativo de sus habitantes; esta ciudad es, en efecto, la puerta de acceso a la cultura nipona.

Mi primer encuentro con el Cristianismo fue en la escuela materna, adonde mis padres decidieron llevarme cuando era pequeña. Aunque mis amigos asistían a otra escuela de la zona, mi familia, aunque era budista, optó por una escuela católica después de mucho buscar; sobre todo mi padre, estaba convencido que la educación infantil de una escuela católica era mejor y apreciaba su método. Recuerdo que cada día se iniciaba con un saludo a la Virgen. Es allí donde aprendí a rezar.

Después, durante los años de estudio en la Universidad, me trasladé a vivir a Nagasaki para estudiar música. Al finalizar mis estudios universitarios, seguí estudiando canto lírico y la Providencia me llevó a conocer una maestra de ópera lírica italiana en Tokyo que era católica. Cada vez que asistía a la lección, antes de empezar, ella me hablaba siempre de su fe. Fue ella quien me aconsejó estudiar opera lírica en Italia y aprender la lengua italiana. La Providencia me iba guiando y para poder estudiar italiano fui a dar con un profesor italiano, un sacerdote, el padre Alberto di Bello, del PIME que, por esos años, era el director de la escuela infantil donde yo había asistido en Fukuoka.

Mientras asistía a sus clases de italiano, me invitó a un curso sobre la vida que organizó en su parroquia. Por entonces, una amiga mía que era pianista asistía a la catequesis con su hermana. Gracias a ella, también me interesé y comencé con ellas a estudiar el Catecismo. El tiempo de catequesis lo terminamos el 25 de marzo de 1989, en que recibimos juntas el bautismo en la Iglesia Católica de manos del padre Alberto. Mi madrina de bautismo fue mi profesora de canto.

Al año siguiente, apenas catecúmena en la fe católica, decidí venir a Roma para estudiar opera lírica con un maestro italiano. Estuve así por algunos años hasta que este maestro murió repentinamente. Este hecho fue un nuevo signo de la Providencia, y en el año 1996, se me presentó la ocasión de estudiar Teología en la Universidad Pontificia Gregoriana. Quería de este modo profundizar la fe católica, apenas incipiente; con la ayuda del P. López Gay, SJ, entonces Decano de la Facultad de Misionología. Opté por seguir los cursos en esta facultad y abandonar el canto lírico. Dado este paso, de nuevo la Providencia me llevó a entablar una verdadera amistad con Marian Benito, una cruzada que también estudiaba en la Universidad Gregoriana. Fue por su medio que conocí más de cerca a las cruzadas que estaban en Roma, y hasta participar con ellas en algún retiro y ejercicios espirituales.

Verdaderamente, los caminos de Dios son inescrutables. Al mirar hacia atrás, entiendo que el proyecto de Dios no era que estudiase ni canto lírico, ni Misionología...... ni siquiera las personas que han actuado de instrumentos en este camino, eran conscientes del influjo que su amistad y mediación suponían para mi vida. Les doy infinitas gracias por haberme llevado a Dios. Todas ellas han sido medios para guiarme hacia un proyecto de vida que sólo Dios conoce y que yo estoy decidida a seguir con total humildad y confianza en su gracia y Providencia. 

http://www.cruzadasdesantamaria.org/reportajes.htm

 

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