RELEVO EN EL CONSEJO EJECUTIVO DE LA FENIS
Acogidos fraternalmente en la casa de Matilde Viso, anterior presidenta de la FENIS y a quien agradecemos muy de veras por volcar toda su energía y ser un Evangelio abierto con su equipo para todos los miembros, el domingo 11 de febrero, fiesta de Lourdes, fue elegido el nuevo Consejo Ejecutivo FENIS 2018. Les informamos de los nuevos miembros y del calendario programado.
PRESIDENTA: Perla De la Cruz Salvatierra del IS. Misioneras de María Reina de los Corazones.
VICE PRESIDENTA: Carmen Rosa Cáceda Bracamonte del IS. Voluntarias de Don Bosco.
TESORERA: Beatriz García Guzmán del IS. Cruzadas de Santa María.
SECRETARIA. Yenny Quispe Lipa del IS. Hijas de Santa Ana.
VOCAL: Matilde Viso Toledo del IS. Misioneras del Evangelio.
En cuanto a las Actividades FENIS 2018
Domingo 27 de mayo - Celebración 26 Aniversario FENIS.
Domingo 26 de agosto - Día de Formación.
Domingo 28 de octubre - Retiro.
Domingo 09 de diciembre - Adviento y Encuentro Navideño.
El nuevo Consejo Ejecutivo FENIS 2018 da gracias a Dios por esta oportunidad de amor y servicio, que el Señor nos asista con su sabiduría en nuestras actividades. La FENIS es más que una federación es una fraternidad que alimenta y motiva la vocación de los Consagrados Seculares, es un lugar de formación permanente y de comunión fraterna. Nuestra vocación es atrayente si somos creativos, capaces de cercanía y ternura como el Samaritano compasivo. SON UN ALA AVANZADA DE LA IGLESIA EN EL MUNDO (Papa Pablo VI – 1972). ESTAN EN EL CORAZON DEL MUNDO CON EL CORAZON DE DIOS (Asamblea General 2016 - Roma.)
Las palabras del Papa Francisco en Las Palmas, dirigidas a todo el Pueblo de Dios, resonaron de modo muy especial en todos los consagrados seculares de la FENIS y por eso las ponemos en nuestro blog:
"Sí, aquí en Lima, o en donde estés viviendo, en la vida cotidiana del trabajo rutinario, en la educación esperanzadora de los hijos, entre tus anhelos y desvelos; en la intimidad del hogar y en el ruido ensordecedor de nuestras calles. Es allí, en medio de los caminos polvorientos de la historia, donde el Señor viene a tu encuentro
Algunas veces nos puede pasar lo mismo que a Jonás. Nuestras ciudades, con las situaciones de dolor e injusticia que a diario se repiten, nos pueden generar la tentación de huir, de escondernos, de zafar. Y razones, ni a Jonás ni a nosotros nos faltan. Mirando la ciudad podríamos comenzar a constatar que existen «ciudadanos que consiguen los medios adecuados para el desarrollo de la vida personal y familiar —y eso nos alegra—, el problema está en que son muchísimos los "no ciudadanos", "los ciudadanos a medias" o los "sobrantes urbanos"»[1] que están al borde de nuestros caminos, que van a vivir a las márgenes de nuestras ciudades sin condiciones necesarias para llevar una vida digna y duele constatar que muchas veces entre estos «sobrantes humanos» se encuentran rostros de tantos niños y adolescentes. Se encuentra el rostro del futuro.
Y al ver estas cosas en nuestras ciudades, en nuestros barrios —que podrían ser un espacio de encuentro y solidaridad, de alegría— se termina provocando lo que podemos llamar el síndrome de Jonás: un espacio de huida y desconfianza (cf. Jon 1,3). Un espacio para la indiferencia, que nos transforma en anónimos y sordos ante los demás, nos convierte en seres impersonales de corazón cauterizado y, con esta actitud, lastimamos el alma del pueblo, de este pueblo noble…
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. A diferencia de Jonás, Jesús, frente a un acontecimiento doloroso e injusto como fue el arresto de Juan, entra en la ciudad, entra en Galilea y comienza desde ese pequeño pueblo a sembrar lo que sería el inicio de la mayor esperanza: El Reino de Dios está cerca, Dios está entre nosotros. Y el Evangelio mismo nos muestra la alegría y el efecto en cadena que esto produce: comenzó con Simón y Andrés, después Santiago y Juan (cf. Mc 1,14-20) y, desde esos días, pasando por santa Rosa de Lima, santo Toribio, san Martín de Porres, san Juan Macías, san Francisco Solano, ha llegado hasta nosotros anunciado por esa nube de testigos que han creído en Él. Ha llegado hasta Lima, hasta nosotros para comprometerse nuevamente como un renovado antídoto contra la globalización de la indiferencia. Porque ante este Amor, no se puede permanecer indiferentes.
Jesús invitó a sus discípulos a vivir hoy lo que tiene sabor a eternidad: el amor a Dios y al prójimo; y lo hace de la única manera que lo puede hacer, a la manera divina: suscitando la ternura y el amor de misericordia, suscitando la compasión y abriendo sus ojos para que aprendan a mirar la realidad a la manera divina. Los invita a generar nuevos lazos, nuevas alianzas portadoras de eternidad.
Jesús camina la ciudad con sus discípulos y comienza a ver, a escuchar, a prestar atención a aquellos que habían sucumbido bajo el manto de la indiferencia, lapidados por el grave pecado de la corrupción. Comienza a develar muchas situaciones que asfixiaban la esperanza de su pueblo suscitando una nueva esperanza. Llama a sus discípulos y los invita a ir con Él, los invita a caminar la ciudad, pero les cambia el ritmo, les enseña a mirar lo que hasta ahora pasaban por alto, les señala nuevas urgencias. Conviértanse, les dice, el Reino de los Cielos es encontrar en Jesús a Dios que se mezcla vitalmente con su pueblo, se implica e implica a otros a no tener miedo de hacer de esta historia, una historia de salvación (cf. Mc 1,15.21 y ss.).
Jesús sigue caminando por nuestras calles, sigue al igual que ayer golpeando puertas, golpeando corazones para volver a encender la esperanza y los anhelos: que la degradación sea superada por la fraternidad, la injusticia vencida por la solidaridad y la violencia callada con las armas de la paz. Jesús sigue invitando y quiere ungirnos con su Espíritu para que también nosotros salgamos a ungir con esa unción, capaz de sanar la esperanza herida y renovar nuestra mirada.
…
Hoy el Señor te invita a caminar con Él la ciudad, te invita a caminar con Él tu ciudad. Te invita a que seas discípulo misionero, y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida: ¡Alégrate, el Señor está contigo!" (Papa Francisco, Las Palmas, 21 enero 2018)
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