Amigos:
Acaban de entregarme un precioso regalo en la fiesta del Señor de los Milagros, el libro que me pidió PAULINAS sobre el Vaticano II. Les adelanto las palabras de presentación de + Lino Panizza Richero, Secretario General de la Conferencia Episcopal Peruana. La foto que les comparto es la celebración de la misa en la capilla del obispado de Carabayllo
El libro se puede conseguir en la Feria del Libro y en todas las librerías de PAULINAS
BENITO, José Antonio El Concilio Vaticano II. 50 años después. Memoria y desafío (Paulinas, Lima, 2012, 190 pp)
PRESENTACIÓN
Cuando el Cardenal Landázuri, nada más llegar del Concilio a Perú, anunció en octubre de 1966 “La Gran Misión Conciliar de Lima”, el objetivo estaba muy claro: “poner nuestra vida religiosa, tanto personal como social, al ritmo del Concilio Vaticano II”. Era el empeño del Pastor. Que el Concilio llegase a Lima entera “en toda su profundidad, hermosura y grandeza”. Su triple objetivo era: renovar la conciencia cristiana, vigorizar la vida sacramental e implantar un plan pastoral de conjunto.
Bien pronto, todos mis predecesores, reunidos de modo extraordinario con este motivo, en el mes de agosto de 1966 escribían en su Declaración pastoral del episcopado peruano:
El Concilio Vaticano II ha surgido en nuestra generación como un faro potente que ha de iluminar toda la vida del cristiano. Maravilloso don de Dios a su Iglesia y al mundo de hoy en trance de profundos cambios de todo orden; será el punto de referencia obligado para orientas conciencias e impulsar la acción. Por eso nuestra primera recomendación es, que nos esforcemos un conocimiento lo más completo posible de sus enseñanzas, hasta familiarizarlos con los criterios que ha establecido en forma tan serena ya a la vez clara y vital sobre todos los problemas fundamentales del hombre, temporales y eternos.
Ha pasado medio siglo. ¿Cuánto de esto hemos logrado? El Papa Benedicto XVI nos brinda una gran oportunidad para responder a la gran pregunta: El Año de la Fe. Un tiempo para agradecer y celebrar, para orar y para actuar.
Para preparar este jubileo han llegado a las Conferencias Episcopales varios requerimientos sobre la incidencia del Concilio Vaticano II en cada diócesis, entre los obispos. Siento decir que en Perú –posiblemente en toda América Latina y el Caribe- nos encontramos en deuda. Falta poner al día los archivos diocesanos, las bibliotecas religiosas, recabar testimonios de quienes participaron, buscar pastorales, posibles diarios… En este sentido me complace saludar la presente obra del profesor José Antonio Benito como un intento de acercar el Concilio al gran público, facilitando un mayor conocimiento y, sobre todo, un renovado espíritu que nos lleve a poner por obra tan magnífico magisterio.
Para mí el regalo del Concilio fue mi profesión solemne como franciscano capuchino en 1965. Podría decirse que soy un fraile y un sacerdote del Concilio. Soy testigo de multitud de gracias derivadas del Concilio: renovación personal, trabajo en equipo, acompañar y dinamizar grupos juveniles y familiares, acercarse a los más necesitados, apostar por la familia, por la educación, por la Doctrina Social de la Iglesia… en los talleres de oración y vida, cursillos de cristiandad, Encuentros de Promoción Juvenil (EPJ), encuentros matrimoniales, la nueva imagen de parroquia…Para mí el Concilio en buena medida ha sido ver al Beato Juan Pablo II, protagonista y ejecutor del Concilio. Me quedo con su gran humanidad; en la medida en que uno es hombre de Dios es hombre de los hombres… encuentros de jóvenes EPJ, con los encuentros de Promoción Juvenil.
Pienso que el Concilio nos da la oportunidad de que la Iglesia, en comunión y en misión, sea haga transparente a Cristo, luz de las gentes, en todos los rincones del planeta. En mi capillita, cuando termino la Misa, me gusta rezar con San Francisco de Asís: “¡Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos aquí y en todas las iglesias del mundo pues por tu santa cruz redimiste al mundo!”. ¡Qué bello sería hacerlo realidad en todas las personas, en todas las culturas, en todos los continentes! Así, vendrían la paz y reconciliación como apetecía el Beato Juan XXIII, el diálogo y el progreso integral querido por Pablo VI, la sencillez y el gozo de Juan Pablo I, la falta de temor y la audacia santa en la nueva evangelización del Beato Juan Pablo II, la pasión por la verdad y caridad de Benedicto XVI.
Es lo que pido de corazón a Santa María, Madre de la Iglesia, puerta de la fe, discípula y misionera. Y lo pido, teniendo presente especialmente a los jóvenes, a los que se dirigieron los padres conciliares con estimulantes palabras:
“Jóvenes, la Iglesia os mira con confianza y amor. Rica en un largo pasado, siempre vivo en ella, y marchando hacia la perfección humana en el tiempo y hacia los objetivos últimos de la historia y de la vida, es la verdadera juventud del mundo. Posee lo que hace la fuerza y el encanto de la juventud: la facultad de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo para nuevas conquistas. Miradla y veréis en ella el rostro de Cristo, el héroe verdadero, humilde y sabio, el Profeta de la verdad y del amor, el compañero y amigo de los jóvenes”.
De este modo, -como recuerda el Papa Benedicto XVI- «La puerta de la fe», que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Nos toca a nosotros estar a tono con el gran momento, este kairós eclesial, que representa el Año de la Fe, el jubileo con motivo de los 50 años del Concilio Vaticano II. El Santo Padre nos brinda los medios: Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. El Pontífice nos exhorta y anima: Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Necesitamos experimentar la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo.
+ Lino Panizza Richero
Secretario General de la Conferencia Episcopal Peruana
EL CONCILIO VATICANO II, 50 AÑOS DESPUÉS
Memoria y desafío
José Antonio Benito Rodríguez
Lima 2012
SUMARIO
MENSAJE DE LOS PADRES CONCILIARES A TODOS LOS HOMBRES
INTRODUCCIÓN: “EL CONCILIO, VERDADERA PROFECÍA”
I. VEINTE CONCILIOS ECUMÉNICOS
II. CONTEXTO Y ANTECEDENTES
1. Claves filosóficas
2. Mundo teológico
3. Pío XII: Pilar y fundamento (1939‑1958)
III. SÍNTESIS DEL CONCILIO
1. La feliz inspiración
2. El Papa Juan XXII lanza la buena nueva
3. El Concilio ha comenzado
4. Con la oración de San Isidoro de Sevilla: “Adsumus” (Henos aquí)
5. Momento estelar
6. Sesiones y etapas
7. Dinámica de organización y funcionamiento
8. La mujer también estuvo presente
IV. PAPAS PROTAGONISTAS. EL CONCILIO DE JUAN Y PABLO
1. Beato Juan XXIII (1881-1963). Convocatoria y puesta en marcha
2. Pablo VI. Continuidad y culminación
V. DOCE PALABRAS CLAVES
VI. EL “ESPÍRITU” DEL CONCILIO
Una nueva conciencia de la Iglesia
Escuchar la Palabra, interpretar los “signos de los tiempos”
Aggiornamiento y renovación desde arriba
Simpatía inmensa
Diálogo con el mundo
Iglesia de todos, Iglesia de los pobres
VII. DOCUMENTOS. Constituciones, Decretos, Declaraciones, Mensajes
Cuatro Constituciones
Los Nueve Decretos
Las Tres Declaraciones
Los Siete Mensajes
VIII. AMÉRICA PRESENTE. La delegación peruana.
El rol protagónico del Cardenal Landázuri.
IX. APLICACIÓN. FRUTOS. DESAFÍOS
1. Beato Juan Pablo II, forjador y ejecutor
2. Benedicto XVI. Sus “razones” para convocar el concilio y otras tantas para asimilarlo y aplicarlo.
3. Una lectura del postconcilio
4. Repensando y evaluando el concilio. 25, 40, 50 años
X. MEDELLÍN, PENTECOSTÉS DEL VATICANO II EN AMÉRICA
1. Frutos conciliares en Perú:
2. Seminarios y Facultades
3. Vocaciones “conciliares”
4. P. Gustavo Gutiérrez, OP, y la Teología de la Liberación
5. Ecos conciliares en la prensa limeña
6. Primer Congreso Nacional de Pastoral post-conciliar
7. Gran Misión de Lima
CONCLUSIÓN: El Concilio es nuestra brújula
BIBLIOGRAFÍA
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