viernes, 3 de junio de 2011

SOLEMNIDAD ASCENSIÓN DEL SEÑOR

LA MISÓN ESTA EN NUESTRAS MANOS

“Dijo Jesús: Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. San Mateo, cap. 24.

Muchas veces, nos ha quedado de la fiesta de hoy la imagen de un Jesús que «sube y sube», hacia un cielo que «por está arriba...» Por eso hoy se hace urgente hacer el proceso de pasar de las imágenes a las enseñanzas que contienen. ¿Y qué es lo que realmente contienen estas imágenes de la ascensión del Señor a los cielos? Varias enseñanzas quieren darnos:

1. Se acabó el tiempo del Jesús histórico, ahora es el tiempo del Cristo de la fe. Las experiencias de la resurrección han terminado, ahora ya todo es diferente.

2. Jesús ya no se aparece, pero sigue estando entre nosotros; de otra manera. Es decir que la ascensión es el cambio en la forma de estar de  Jesús entre nosotros. Ya no está ni aquí, ni allí sino que está en todas partes.

3. Concluimos que la ascensión es una ausencia llena de presencias.

Como ya es un tiempo nuevo, el tiempo del Cristo de la fe, el Maestro  según nos cuenta Mateo en su Evangelio, nos deja una misión: “Id por todo el mundo y haced discípulos míos y el que crea y se bautice se salvará”. En palabras sencillas dejó en nuestras manos la misión ayudar en la  salvación  de los otros y en la extensión de su Reino.

Cristo esta en nosotros de una manera diferente. No lo vemos pero lo sentimos. De nosotros depende entonces que en el mundo se implante la justicia, la paz y el amor. De nosotros depende que seamos voz de los que no tienen voz. De nosotros depende que en los rostros de los niños abandonados, de los obreros explotados, de hombres que sufren el desempleo, de indígenas maltratados, de hombres buenos perseguidos, descubramos y hagamos descubrir el rostro de Dios y el  rostro de Cristo.

De  nosotros depende que allí donde hay odio, sembremos amor, allí donde existe desunión busquemos la unión; allí donde allá guerra, pongamos paz; allí donde existe rivalidad de hombres, pongamos la fraternidad; allí donde se pisotean los derechos fundamentales, implantemos el respeto a la persona de toda clase, raza, lengua, nación y religión. De manera que entendamos que  el cielo esta muy cerca de nosotros porque Jesús ha entrado en el, y ¿qué más puede ser el cielo que la felicidad plena?, ¿la alegría, la confianza, la tranquilidad y la paz?

Cristo al ascender al cielo, quiere invitarnos a ponernos en marcha hacia la conquista de la felicidad. Quiere decirnos que en este mundo podemos ser felices, que tenemos que poner siempre nuestra mirada en lo alto, teniendo ideales concretos, sueños e ilusiones.

Cristo quiere invitarnos a que pensemos no solamente en el tiempo, sino también en la eternidad, a que aprendamos a mirar la vida con ilusión y con optimismo, quiere enseñarnos que el cielo esta muy cerca de nosotros, y que es posible ascender a él, abriendo los ojos, y  dándonos cuenta de que la misión la tenemos en nuestras manos: hacer que el mundo entero se salve, es decir que el mundo entero empiece a vivir el cielo desde la tierra, en una palabra tenemos la tarea de ayudar a los demás a encontrar la felicidad, y que no nos tengan que hacer el mismo reclamo que les  hicieron a unos hombres parecidos a nosotros, hace mucho tiempo: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? Despertémonos, bajémonos de la nueve y empecemos a anunciar la Buena noticia, en estos nuevos tiempos que vivimos, tiempo de misión continental,  que se traduce en tiempo de salvación y alegría, no solo para nosotros sino para el mundo entero.

Pbro. Alexander Pareja Botero Contactar

 

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