Dentro del programa de dicho congreso el sábado 6 marcaba a las 3:00p:m paseo y rosario por la playa. Sugirieron fuera con libertad para que pudieran ir en pequeños grupos o como cada quien quisiera, la srita. Olga Escovar presidenta de la COMIS pidió fuera México encabezado con el estandarte de la Virgen de Guadalupe, se le encomendó a su servidora organizar el rosario y tener a la mano el estandarte.
Siendo las 3 de la tarde nos reunimos para salir a lo que una srita de Perú y otra de Brasil pidieron acompañarnos ya que no querían irse solas.
Comenzamos a rezar pensando que como se veía cerca la playa no tardaríamos en llegar, pero cuál fue nuestra sorpresa que debido a las playas privadas, no tuvimos acceso como pensábamos y rodeamos mas, así que cuando por fin llegamos a la playa, ya habíamos terminado el rosario, quiero mencionar que en el trayecto, las personas nos veían extrañados al ver que rezábamos, cantábamos por la calle y que traíamos a la Virgen de Guadalupe.
Algunas compañeras se descalzaron y entraron para mojarse los pies, yo me quede con el estandarte y me pedía que les tomara algunas fotos con la Virgen de Guadalupe, en esos momentos comenzaron a llegar unas señoras preguntándonos que traíamos y de donde veníamos, yo les enseñe y les dije es la Virgen de Guadalupe, y que estábamos en un congreso latinoamericanos en la casa Juan Pablo II, comenzaron a tocarla, y ellas me pidieron que las dejara tomarse algunas fotos con el estandarte a cual accedí, después comencé a platicarles sobre el significado de algunos signos que porta la imagen, ellas preguntaban mas y me dijeron que deseaban tanto conocer la Basílica en México les dije que si tenían oportunidad de ir, sentirían al llegar cómo la Virgen los acoge, como si llegaran a su misma casa después de un largo viaje.
Como se hacia tarde comencé a llamar a mis compañeras para regresar, una de las señoras me dijo, yo las guiaré para que no tengan que rodear, las llevaré por un camino mas corto, comenzamos a caminar me fijaba que las personas que encontrábamos a nuestro paso veían a la Virgen se santiguaban y hacían reverencia ante nuestra Señora.
La persona que nos guiaba nos llevo a la casa de su hermana para que vieran a la Virgen y cuando llegamos estaban 4 o 5 señores tomando y al ver que entra la Virgen se ponen de pie, salen las personas de la casa y con gran alegría veían la imagen, me pidieron entrara por que tenía un enfermo, yo sin pensarlo mucho pase y se fue conmigo Marlucia ella es de Brasil, le avisaron al señor que pasaríamos y cuando entramos en el cuarto yo no sabia que tenía que hacer, a lo que su esposa me dijo dígale algo, yo puse el estandarte en la cama y le dije mire quien esta aquí, el señor solo miraba en silencio sin decir nada, comencé a decirle: “La virgen de Guadalupe viene a decirle que si necesita algo. Le dice: ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? Que, que es lo que ocupa, que lo tiene en el cruce de sus brazos, en el hueco de su manto, siéntase como cuando su mamá lo tenía en sus brazos…”. Entonces comenzó a llorar lo abrazaron una hija y su esposa y la señora me pidió que rezáramos algo, pedí me acompañaran y empecé a rezar una salve, Marlucia le mostró su camiseta donde traía estampada la Virgen de Aparecida y le dijo que la virgen estaba ahí también en esa advocación y mostrándola le decía que la mirara. Cuando terminamos yo no me había dado cuenta pero había más personas dentro del cuarto y otras más asomándose por la ventana, queriendo ver a la Morenita, antes de salirme del cuarto donde estaba el enfermo se me acercó una señora y me dijo:”Pídale a la virgen que me alivie mis piernas”. Yo la miré y le dije: “Si es para su salvación se lo concederá y si no le dará paz para sobrellevar su enfermedad”. Nos salimos y nos condujeron a otro cuarto, donde estaba otro joven dormido y nos dijeron que estaba enfermo que le pidiéramos a la Virgen que lo curara, yo le dije que ella sabe lo que necesitamos que pidiéramos con fe y nos concede lo que nos hace falta.
Salimos y para esto todas las compañeras ya nos habían dejado solas a Marlucia y a mí, y antes de irnos me pidieron que les platicara a los señores y demás personas lo que les había platicado en la playa acerca de los signos que porta la imagen, comencé a decirles, y para esto todos estaban de pie y con mucha atención me escucharon.
Salimos y nos guiaron para que tomáramos el camino, nos despedimos agradeciéndoles y las señoras que nos acompañaron también daban las gracias.
Llegamos y Marlucia me dijo, enseguida siguen los testimonios tenemos que contar lo que acaba de suceder, y me dijo tú lo platicas, pensé que la Virgen nos estaba diciendo en pocas palabras cómo salir a misionar, con su sola presencia, llevando a Dios dentro, con nuestra virginidad vivida en plenitud.
Por la tarde cuando platicamos lo sucedido, una compañera de Colombia, Lausana Marin nos dijo que sería bueno que el sacerdote fuera a la casa de nuevo para confesar al enfermo, y por la noche el Padre José Esteban Fernández llevó al Santísimo, acompañándolo Lausanay Martha de Colombia, Marlucia y su servidora. Como era de noche no encontrábamos la casa por fin después de un rato llegamos hablamos con la señora le dijimos que si su esposo quería confesarse, ella dijo que le preguntaría, a lo cual contesto que no, mas Marlucia no se dio por vencida y le dijo usted desea acercarse a la confesión y ella le contesto que si, el padre José la confeso y después de un buen rato terminó le dio la comunión y antes de regresarnos Marlucia le dijo a la señora que ella iba a ser apóstol para su esposo y lo ayudaría para que el se reconciliara con Dios. El padre José le dijo a la señora que éramos consagradas y que jamás nos casaríamos, le dejamos una imagen de la Virgen de Guadalupe el padre en ese momento se la bendijo y nos despedimos.
Quiero mencionar que la Virgen de Guadalupe cuando se le apareció a Juan Diego fue también un sábado, saliendo a su encuentro, y en esta ocasión también fue un sábado y sale al encuentro de a aquellos que sufren y se da a todas las personas que con docilidad se acercan a ella, muchos la vieron pasar y pocos se atrevieron acercarse a ella.
Atte.
María Engracia Martínez Gómez
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