sábado, 18 de febrero de 2023

San Artémides Zatti, cooperador salesiano que dio a Dios y a los enfermos lo mejor

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Artémides Zatti (Italia, 1880 – Argentina, 1951) fue un enfermero y religioso salesiano, que durante cincuenta años se dedicó a la atención de los pobres y enfermos de Viedma, Río Negro.Allí dirigió uno de los primeros hospitales de la Patagonia argentina, que hoy lleva su nombre. En 2002 fue declarado beato y el 9 de octubre de 2022  santo

Nació en Boretto (Reggio Emilia) el 12 de octubre de 1880. No tardó en experimentar la dureza del sacrificio, tanto que a los nueve años ya se ganaba la jornada como peón de campo. Obligada por la pobreza, la familia Zatti, a principios de 1897, emigró a Argentina y se instaló en Bahía Blanca. El joven Artémides empezó inmediatamente a frecuentar la parroquia dirigida por los salesianos, encontrando en el párroco, Padre Carlos Cavalli, hombre piadoso de extraordinaria bondad, a su director espiritual. Fue él quien lo orientó hacia la vida salesiana. Tenía 20 años cuando ingresó al aspirantado de Bernal.

Asistiendo a un joven sacerdote con tuberculosis, contrajo la enfermedad. El interés paterno de Don Cavalli -que lo seguía de lejos- llevó a elegir para él la Casa Salesiana de Viedma donde había un clima más propicio y sobre todo un hospital misionero con un gran enfermero salesiano, que prácticamente hacía de "médico": el Padre Evasio Garrone. Este último invitó a Artémides a rezar a María Auxiliadora para obtener la curación, sugiriéndole que hiciera una promesa: "Si ella te cura, te dedicarás a estos enfermos toda tu vida". Artémides aceptó gustoso e hizo la promesa y sanó misteriosamente. Entonces dirá: «Creí, prometí, sané». Su camino estaba ahora claramente trazado y lo tomó con entusiasmo. Aceptó con humildad y docilidad el no pequeño sufrimiento de la renuncia al sacerdocio. Hizo su primera profesión como hermano laico el 11 de enero de 1908 y la Perpetua el 8 de febrero de 1911. De acuerdo con la promesa hecha a Nuestra Señora, se consagró inmediata y totalmente al hospital, ocupándose inicialmente de la farmacia contigua, pero luego, cuando el padre Garrone murió en 1913, toda la responsabilidad del hospital recayó sobre sus hombros. De hecho, llegó a ser subdirector, administrador, experto enfermero apreciado por todos los enfermos y por los propios trabajadores de la salud que le fueron dejando cada vez más libertad de acción.

Su servicio no se limitó al hospital sino que se extendió a toda la ciudad de Viedma, y aún más allá, a otras localidades ubicadas a orillas del río Negro, entre ellas, Carmen de Patagones. En caso de necesidad se movía a cualquier hora del día o de la noche, con cualquier clima, llegando a las casuchas de los arrabales y haciéndolo todo gratis. Su fama de santo enfermero se extendió por todo el Sur y así le llegaban enfermos de toda la Patagonia. No era raro que los enfermos prefirieran la visita del santo enfermero antes que  la de los médicos.

Artemide Zatti amaba a sus pacientes de una manera verdaderamente conmovedora. Veía en ellos al mismo Jesús, al punto que cuando pedía a alguna religiosa, ropa para un niño recién llegado, decía: "Hermana, ¿tendrá usted ropa para un Jesús de 12 años?". La atención a sus pacientes era tal que llegaba a matices delicados. Hay quienes recuerdan haberlo visto llevar a sus espaldas a la cámara mortuoria, el cuerpo de un enfermo muerto durante la noche, para apartarlo de la vista de los demás enfermos: y lo hacía recitando el De profundis. Fiel al espíritu salesiano y al lema legado por Don Bosco a sus hijos - "trabajo y templanza" - llevó a cabo una actividad prodigiosa con habitual disposición de ánimo, con heroico espíritu de sacrificio, con absoluto desapego de toda satisfacción personal, sin jamás tomar vacaciones o algún reposo. Algunos han dicho que los únicos cinco días de descanso que tuvo, fueron los que pasó... ¡en la cárcel! Sí, también conoció la prisión por la fuga de un preso ingresado en el hospital, fuga atribuida a Zatti. Fue liberado absuelto y su regreso a casa fue un triunfo.

Era un hombre de fácil relación humana, con una visible carga de simpatía, feliz de poder entretenerse con gente humilde. Pero era sobre todo un hombre de Dios, lo irradiaba. Un médico de hospital bastante incrédulo dirá: "Cuando veía al hermano Zatti mi incredulidad vacilaba". Y otro: «Creo en Dios desde que conozco al hermano Zatti».

En 1950 el infatigable enfermero cayó de una escalera y fue en esa ocasión cuando se manifestaron los síntomas de un cáncer que él mismo diagnosticó lúcidamente. Sin embargo, siguió asistiendo a su misión un año más, hasta que después de sufrimientos heroicamente aceptados, murió el 15 de marzo de 1951 en plena conciencia, rodeado del cariño y agradecimiento de todo un pueblo.

Fue declarado Venerable el 7 de julio de 1997 y beatificado por San Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro el 14 de abril de 2002. El 9 de octubre de 2022 fue declarado santo por el Papa Francisco.

Les comparto la magnífica imagen esculpida por Efraín Franco en Lima y que ha sido incorporada a la basílica de María Auxiliadora de Breña, haciendo compañía a tantos santos universales, peruanos y salesianos como lucen en el templo para devoción e imitación de los fieles.

Estoy leyendo una deliciosa biografía recientemente presentada en Lima y que les recomiendo: Artémides Zatti. A Dios hay que darle lo mejor de Néstor Zubeldía (Editorial Salesiana-Ediciones Don Bosco Argentina, Lima, 212 pp) prologada por el hasta ahora inspector provincial del Perú, el argentino P. Manuel Cayo, quien nos indica que en ella "nos asomamos a esa santidad desacartonada, que está más cerca de la calle, que de los altares inmaculados" p.12

Oración a San Artémides Zatti

Oh Dios, que en los humildes y sencillos
revelas tu amor de Padre
por la intercesión de San Artémides Zatti,
salesiano coadjutor,
"pariente de todos los pobres"
y buen samaritano,
concédenos saber reconocer y servir
en cada hermano que sufre
a Cristo tu Hijo.
Él que vive y reina
por los siglos de los siglos. Amén

 

https://zatti.org/

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lunes, 12 de diciembre de 2022

Publican libro sobre Magdalena Aulina, pionera de la consagración laical, fundadora de las Operarias Diocesanas. José Antono Varela

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https://www.exaudi.org/es/laica-espanola-gano-iniciativa-papa-pio-xii/

La laica española que le "ganó" una iniciativa al Papa Pío XII

Publican libro sobre Magdalena Aulina, pionera de la consagración laical

Magdalena Aulina Saurina (centro) con algunas Señoritas © Instituto Secular Operarias Parroquiales

Hay una gran expectativa por conocer la decisión del Papa Francisco, en lo que respecta al avance de la causa de canonización de la sierva de Dios, Magdalena Aulina Saurina, laica española nacida en Girona en 1897 y fallecida en Barcelona en 1956. Pero la venerable ad-portas, no fue alguien que se quedó soltera por decisión tan solo propia, sino que recibió el llamado de Dios a una vocación que iba tomando cuerpo en una Iglesia previa al Concilio Vaticano II y que dicha asamblea universal lo confirmaría: los laicos consagrados.

Hoy, el Instituto Secular Operarias Parroquiales, vislumbrado hace más de un siglo por Magdalena Aulina, aunque aprobado recién en 1962, se extiende en algunos países del continente europeo, así como en África e Hispanoamérica, dando coherencia a su nombre: trabajadoras y muy unidas a su Iglesia local.

Con el fin de ampliar el conocimiento de su figura y la validez de su mensaje y su obra, el sacerdote Alfredo Simón, OSB, monje benedictino español y doctor en Teología, además de ser catedrático de teología en diversas universidades eclesiásticas de España e Italia, ha publicado el libro "Magdalena Aulina. Mujer apóstol en el corazón del mundo", bajo el sello editorial de la BAC. En esta obra recién publicada, el autor sintetiza el carisma particular que llevó a Magdalena Aulina a fundar el Instituto, junto a un apostolado innovador para los tiempos.

Para adentrarnos más en esta figura emblemática, que va camino a los altares, Exaudi conversó en exclusiva con el padre Simón, en un alto de sus laboriosidades de clausura, al interior del monasterio madrileño de Nuestra Señora de Montserrat.

¿Por qué una biografía de Magdalena Aulina?

Padre Simón: Ella fue una pionera de la consagración laical en la Iglesia, siguiendo las huellas de santa Gema Galgani, en torno a los años veinte del siglo XX. Magdalena fundó en su Bañolas natal, al norte de Cataluña, un movimiento apostólico parroquial que, después de 1947, sería el Instituto Secular de Operarias Parroquiales. De hecho, en ese año, el Papa Pío XII creó los Institutos Seculares en la Iglesia, pero ese Papa llegó a decir a Magdalena en audiencia privada: "El Espíritu Santo ha inspirado a usted, antes que, al Papa, los Institutos Seculares".

¿Quién fue Magdalena Aulina?

Padre Simón: Magdalena fue una gran mujer en la Iglesia de su tiempo, que sigue hablando a la Iglesia de hoy por medio de su vida, de su obra y de sus enseñanzas. Su vida fue un ejemplo de bondad, clarividencia y entrega, que supo aunar el ardor evangelizador de la parroquia con una vida de consagración plena a Dios, al alcance de las mujeres y de los hombres normales que viven en medio de la sociedad.

¿Qué hitos de su vida, incluso dificultades, se podrían destacar?

Padre Simón: Magdalena tenía un carisma catequético especial que se manifestó desde muy pequeña, cuando ella misma enseñaba el catecismo de primera comunión a sus compañeras de la parroquia en 1910. Pero quizá su primer impacto espiritual fue la lectura de una biografía de Gema Galgani en 1912. La vida de esta chica italiana despertó en ella grandes deseos de consagrarse a Dios, sin ser monja, como Gema, sino siendo laica. Pronto se puso a disposición del párroco y fueron surgiendo varias actividades apostólicas como el mes de María (1916), el catecismo (1920), el Patronato de jóvenes obreras (1921), fundando el Casal parroquial en 1922.

¿Otras jóvenes le siguieron los pasos?

Padre Simón: Se le fueron juntando muchas chicas colaboradoras en las actividades, también de Barcelona, que terminarían consagrándose a Dios bajo su guía, germen del futuro Instituto Secular, manteniendo el nombre de "Señoritas".

Pareciera que todo andaba bien, pero esto no fue así ¿verdad?


Padre Simón: Como en la vida de los grandes santos, también surgieron muchas dificultades en la vida de Magdalena. Por una parte, sus propias enfermedades, algunas graves, que padeció a menudo; después están las incomprensiones y envidias que obstaculizaron su obra. De hecho, ella abrió nuevos caminos de consagración laical en la Iglesia de los años 20 y 30, que todavía no existían en el derecho canónico, por lo que el obispo de Gerona de entonces se opuso. Monseñor Marcelino Olaechea, obispo de Pamplona, ya después de la guerra, en 1939, les abrió las puertas de su diócesis para que pudieran trabajar y expandirse sin límites al servicio del evangelio y de la parroquia.

¿Cuál es el carisma o espiritualidad de la obra de Magdalena?

Padre Simón: El Espíritu Santo fue sembrando en el alma de Magdalena una espiritualidad muy completa y rica al hilo de sus encuentros, lecturas y guías espirituales: al principio la parroquia, después el amor a la Cruz con Gema Galgani y los pasionistas, la devoción al Sagrado Corazón y a la Virgen María, la sencillez franciscana, la liturgia benedictina, los ejercicios ignacianos.

Vemos que reunió varios carismas…

Padre Simón: Ella supo realizar una síntesis personal genial y original, que plasmó en su ofrecimiento como víctima a Cristo, en consagración total a Él y en la entrega al apostolado, siempre al servicio de la parroquia. Se empeñaba en llegar adonde un sacerdote no pudiera hacerlo, en lo que constituirá su lema: "darse", no dar, sino darse a Dios y a las almas sin reservas, al servicio de los demás.

¿Cómo fue acogida la obra de Magdalena en las parroquias?

Padre Simón: Hay testimonios muy bellos de los párrocos que las acogieron. Las Señoritas Operarias Parroquiales, como se llamaron al principio, renovaban y transformaban la parroquia donde estaban, dando un ímpetu apostólico inmenso entre la gente de todas las edades. Hay una anécdota graciosa: Cuando llegaron a Medina del Campo, temiendo el párroco que sería un movimiento o congregación que sacaba a la gente de la parroquia, les preguntó cual era su carisma y Magdalena respondió: "Ayudar a la parroquia en todas sus necesidades". El párroco dio un golpe en la mesa y se levantó de repente exclamando: "¡Por fin hay alguien que piensa en la parroquia!". Hoy las Operarias Parroquiales desarrollan su apostolado en varios países de Europa, América y África.

¿Cómo va encaminada su causa de canonización?

Padre Simón: La causa de canonización de Magdalena terminó su fase diocesana en Barcelona y pasó a la fase romana en la que se ha elaborado la Positio, la cual ha superado positivamente la Consulta Teológica y, posteriormente, la Reunión de Cardenales y Obispos, a la espera de que el Papa autorice el Decreto de virtudes heroicas, con el que ya se podrá considerar oficialmente venerable.

Están empeñados entonces, en acreditar algún milagro…

Padre Simón: Para la beatificación, debería verificarse y aprobarse un milagro atribuido a su intercesión, y en este momento se trata de elegir uno entre los distintos casos que se han notificado. Muchos fieles comunican a la Postulación gracias y favores obtenidos por intercesión de Magdalena.

Para conocer más a la sierva de Dios, Magdalena Aulina y/o notificar alguna gracia recibida por su intercesión aquí.

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miércoles, 23 de noviembre de 2022

La santidad es hacer todo bien y sin quejarse. La española Juani Benito, lustre para las Cruzadas de Santa María

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La santidad es hacer todo bien y sin quejarse

La española Juani Benito, lustre para las Cruzadas de Santa María

Juani Benito © jabenito.blogspot.com

Aún cuando leemos en las últimas noticias, de que son varios los movimientos apostólicos, institutos de vida consagrada e incluso congregaciones religiosas que están bajo vigilancia y actuación directa vaticana, tenemos la certeza de que hay muchos otros, que siguen en el empeño de llevar a sus integrantes hasta la santidad.

Este es el caso de la joven consagrada, Juani Benito Rodríguez, quien murió con fama de santidad en 1989, a la corta edad de 24 años. Y ese buen aroma, que aún hoy es destacado por parientes, amistades y compañeras de comunidad, lo terminó de sellar en las Cruzadas de Santa María, un instituto secular aceptado por la Iglesia desde mediados del siglo XX, y que fuera fundado por el venerable padre Tomás Morales, quien le daría la bienvenida a Juani en sus filas, con gran complacencia y expectativa.

Podemos decir que Juani aprendió en las Cruzadas que, más allá del hogar, del trabajo y de la parroquia, hay una realidad que la Iglesia ofrece para santificarse aún más, como son los institutos seculares. Y es allí, donde Cristo se ofrece también como esposo, maestro y culmen de una rica vida ascendente, a fin de que la persona se fusione totalmente con los ideales evangélicos y toque la santidad en vida.

Familia e Iglesia

Originaria del pueblo español de Rollán, ubicado a veinte kilómetros de Salamanca, donde los labradores llevaban el sustento diario a sus hogares, Juani Benito creció junto a sus padres y a sus siete hermanos. A la vez, las actividades de la Iglesia, que eran convocadas con repique de campana, la iban comprometiendo de a pocos, para luego hacerse cargo de los niños que harían la primera comunión.

Después de asistir a las actividades del instituto secular, empezó a percibir que Cristo le pedía algo más, especialmente cuando admiraba a sus cuatro hermanos que habían abrazado la vida consagrada. Dos eran de los Cruzados, una de las Cruzadas y una de las religiosas Adoratrices.

"Yo quiero ser como ustedes", les llegó a decir, al ver tan realizados a sus hermanos. Y este fue el santo y seña, para que se le abrieran las puertas también a ella en el instituto.

Su vocación de maestra la supo plasmar al ingresar a un centro de estudios especializado, lo que le permitió penetrar en el mundo de los niños y, desde allí, como siempre lo quiso, hacer de ellos buenas personas y mejores cristianos.

Quienes la conocieron resaltan su inocencia y su alegría, así como su disponibilidad total para atender las cosas que el Señor le encomendara y su fe en la oración. Jamás la vieron regañando ni sembrando división entre quienes convivían con ella. Su sonrisa espontánea, sana y permanente, era el mejor signo de que Jesús moraba en ella.

Encuentro con Jesús

Dando claras señales de que era una "santa de la puerta de al lado", como los identifica el Papa Francisco, Juani participó de manera muy comprometida en las actividades organizadas por el instituto con las jóvenes, procurando en todo momento llevarlas a Cristo.


Como parte del misterio de Dios, fue presa de una enfermedad terminal de cáncer, que embistió contra su frágil cuerpo y la arrebató rápido. Sin embargo, esto no diezmó su ya robusta contextura espiritual, que le permitió llevar la enfermedad con aceptación y alegría.

Aunque le faltaban algunos años para su consagración definitiva en el instituto, Dios le dio la gracia de profesar ante sus superiores -ya en su lecho de enferma-, los votos perpetuos y recibir la medalla que la identificaría ante Dios y el mundo, como una Cruzada de Santa María.

Quienes la conocieron y acompañaron hasta el final de sus días, se quedaron conmovidos con lo que confío a un pequeño grupo, a modo de consejo: "No se quejen de nada".

Con esa frase, dicha por alguien que sufría no solo en lo físico, sino también por la lógica tristeza de abandonar este mundo, dejó un legado motivador también para quienes viven en la quejumbre permanente.

El cementerio de Rollán que visitamos, llevados por uno de los jubilosos hermanos de Juani, espera que pronto sea quebrantado en su silencio y sobrepasada su lejanía, cuando las autoridades eclesiásticas dispongan que se abra la sencilla tumba de Juani, a modo de inicio del proceso de beatificación.

Una iniciativa que es vista con buenos ojos por su familia, donde encontró desde niña el camino de la santidad. A este deseo se suma el instituto secular que, aunque llora aún su ausencia, es consciente que la ganó como intercesora en el cielo y modelo en la tierra para las Cruzadas de Santa María y aún para otras jóvenes confundidas.

Para conocer más y compartir gracias atribuidas a Juani Benito aquí.

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miércoles, 16 de noviembre de 2022

Vocación universal a la santidad y santidad canonizada Prolusión en la Conferencia "Modelos de santidad y Canonizaciones a 40 años de la constitución apostólica Divinus Perfectionis Magister"

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Vocación universal a la santidad y santidad canonizada

Prolusión en la Conferencia "Modelos de santidad y Canonizaciones a 40 años de la constitución apostólica Divinus Perfectionis Magister"

 

De niño estaba verdaderamente convencido de que ser santo implicaba estar dotado por Dios de habilidades extraordinarias, como la de suscitar asombro y admiración. Esta convicción fue corroborada por la predicación sobre el protector de mi país, que es San Antonio de Padua. ¿No empezaba un himno dedicado a él con estas palabras: "O de los milagros ínclito Santo..."? Y proseguía: «Para vosotros son recomprados los bienes y el honor; cesan las enfermedades, cesa el dolor. Donde no está tu llanto vigilante: ¡oh San Antonio,  ruega  por mí!». Y yo estaba tratando de memorizar estos milagros. ¿Y de los Santos Cosme y Damián -tan venerados en todo el sur de Italia- no se narran tantos prodigios? Entonces comprendí que no se trataba sólo de una convicción de muchacho, sino de una convicción común: la santidad es algo extraordinario y, en consecuencia, un regalo divino muy raro. En su mayor parte, había que contentarse con ser "buenos cristianos", pero no había que perturbar la santidad.

No es que esta fuera la enseñanza oficial de la Iglesia. Bastará, para no retroceder demasiado en los siglos, recordar la encíclica Rerum ómnium (1923) de Pío XI escrito con motivo del tercer centenario de la muerte de san Francisco de Sales donde, ya en el segundo párrafo, se puede leer que quien se encomienda al liderazgo de la Iglesia -"santa en sí misma y fuente de santidad" - "debe, por voluntad de Dios, esforzarse vigorosamente hacia la santidad de la vida... Tampoco debemos creer ya que la invitación se dirige sólo a unas pocas almas privilegiadas, y que otras pueden contentarse con un grado inferior de virtud. Por el contrario, como se desprende del tenor de las palabras, la ley es universal y no admite excepción; por otra parte, aquella multitud de almas de toda condición y edad, que, como atestigua la historia, llegó al ápice de la perfección cristiana, tuvo las mismas debilidades de nuestra naturaleza y tuvo que vencer los mismos peligros". Aquí escuchamos las conocidas expresiones de los Filotea del obispo de Ginebra (cf. I, 3). A pesar de todo, habrá que esperar al Concilio Vaticano II para tener una reversión consistente de la tendencia.

Llamada de todos a la santidad

Es fácil comprender mi referencia al quinto capítulo de la constitución dogmática Lumen Gentium : un capítulo que, aunque en las intenciones iniciales, debería haber sido el vértice y el punto de  llegada de  la Ecclesia hoy constituye en todo caso su corazón y centro . Es el capítulo titulado De universali vocatione ad sanctitatem in Ecclesia : vocación de todos "en


la Iglesia" porque la Iglesia misma es toda llamada a la santidad. «El pueblo mesiánico, aunque no comprenda realmente la universalidad de los hombres y aparezca a veces como un pequeño rebaño, constituye sin embargo para toda la humanidad la semilla más fuerte de unidad, de esperanza y de salvación. Constituido por Cristo para una comunión de vida, de caridad y de verdad, es también asumido por él como instrumento de la redención de todos y, como luz del mundo y sal de la tierra, es enviado al mundo entero Dios ha convocado a todos los que

miran con fe a Jesús, autor de salvación y principio de unidad y de paz, y que constituyó la Iglesia, para que sea a los ojos de todos y cada uno, sacramento  visible  de   esta   unidad   salvadora"   ( Lumen   Gentium, no. 9). Toda santidad, por tanto, nunca es santidad individual, sino siempre santidad eclesial, que afecta la vida de la Iglesia y repercute como santidad para todos.

Así es como el Concilio despoja la noción de santidad de cualquier forma de individualismo y da a cada santidad personal el carácter de eclesialidad. Esto ciertamente no se entenderá en un sentido colectivista, ya que además a la Iglesia no se le aplica el colectivismo, sino la comunión, pero precisamente porque es comunión la Iglesia ve armonizar en misma lo personal y lo comunitario, como puede entenderse del magisterio conciliar. Posada. 39 de Lumen gentium: "La Iglesia... está a los ojos de la fe santa indefectible... Por eso todos en la Iglesia, tanto si pertenecen a la jerarquía como si están gobernados por ella, están llamados a la santidad... Pues bien, esta santidad de La Iglesia se manifiesta constantemente y debe manifestarse en los frutos de la gracia que el Espíritu produce en los fieles; se expresa de diversas formas en cada uno de los que tienden a la caridad perfecta en su propio ramo de vida y edifican a los demás".

Este magisterio ha sido propuesto nuevamente por los Papas y recientemente por Francisco. En su exhortación Gaudete et exsultate podemos leer: «Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas. Muchas veces nos sentimos tentados a pensar que la santidad está reservada para aquellos que tienen la oportunidad de alejarse de las ocupaciones ordinarias, de dedicar mucho tiempo a la oración. No es tan. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo cada uno su propio testimonio en las ocupaciones de cada día, dondequiera que esté.   Que la gracia de tu Bautismo fructifique

en un camino de santidad. Que todo esté abierto a Dios y con este fin elígelo a Él, elige a Dios siempre de nuevo. No os desaniméis, porque tenéis la fuerza del Espíritu Santo para hacerlo posible, y la santidad, al fin y al cabo, es fruto del Espíritu Santo en vuestra vida   En la Iglesia,

santa y formada por pecadores.

Quisiera cerrar este primer punto con una cita del magisterio de San Pablo VI: ¿Qué es la santidad? Se preguntó una vez e inmediatamente


admitió que la pregunta no solo era difícil, sino también compleja. Dijo:

«Simplifiquemos la respuesta recordando cómo esta santidad a la que estamos llamados resulta de dos factores componentes, de los cuales el primero, podemos decir el verdadero, el esencial es la misma gracia del Espíritu Santo. De Aquel que nos llama a la santidad, a la perfección, viene el poder de conquistarla, porque es Él mismo quien la ofrece, es Él mismo quien la da. Estar en la gracia de Dios lo es  todo  para nosotros. Nuestra perfección es posesión de la Caridad divina. ¿No hay nada más que hacer? No, se necesita otro factor, y éste de nuestra parte, si no queremos caer en el quietismo o en la indiferencia moral; y es nuestro sí; es nuestra disponibilidad al Espíritu, y la acogida, o más bien, la voluntad de Dios que ama y salva; un sí que se puede graduar según nuestra libertad, que se llama. Se llama a la generosidad, la audacia, la grandeza, el heroísmo, el sacrificio. He aquí la paradoja cristiana: se llama a la perfección, al amor. El encuentro de la voluntad amorosa y salvadora de Dios con la voluntad obediente y feliz de nuestro corazón humano es perfección, es santidad" (Audiencia General del 14 de junio de 1972).

Santidad canonizada

Esta frase de san Pablo VI me ofrece el punto de partida para pasar a la segunda parte del título que me ha sido asignado como tema de mi intervención, es decir, la santidad canonizada. Repito sus últimas palabras: para que haya santidad se necesita también una respuesta personal, y esto "si no queremos caer en el quietismo o en la indiferencia moral". También hay que tener en cuenta esta debilidad connatural y es aquí donde se injerta la oportunidad de lo que llamamos santidad canonizada. Vuelvo a mencionar a Pablo VI y esta vez a partir de un discurso del 27 de octubre de 1963 dirigido a los peregrinos reunidos para la beatificación del P. Domingo de la Madre de Dios, que fue el primer pasionista en entrar en Inglaterra y también el confesor que acogió a San JH Newman en la Iglesia Católica. El Papa les explica el valor y el significado del rito de beatificación (y canonización).

Dice: "Una de las intenciones que mueven a la Iglesia a rendir homenaje a uno de sus miembros en esa solemne exaltación, que ahora llamamos beatificación, es precisamente la de dar a conocer a un hijo suyo singular y victorioso, y proponerlo al culto de los fieles, tanto como privilegiado, en el que la acción de la gracia ha sido más profunda y manifiesta, como ejemplar, en el que el esfuerzo de la virtud ha sido más vigoroso e instructivo. Es decir, la Iglesia confiere honor público y oficial a uno de sus hijos, que por un lado vuelve a la gloria de Dios, por otro se refleja en misma, en nuestra edificación común, como una lámpara, encendida en la obediencia a la divinidad, que ilumina la asamblea de los fieles reunidos para la oración». La finalidad de la Iglesia en la beatificación y canonización es, por tanto, por la autoridad del Papa, ofrecer a la


imitación de los fieles, a su veneración e invocación a aquellos hombres y mujeres que, después de las oportunas evaluaciones, juzgue que se distinguen por el esplendor de la caridad y todas las demás virtudes evangélicas.

La pregunta que podría responderse es la siguiente: qué relación hay entre estas dos realidades; ¿Cuál es la relación entre la llamada universal a la santidad y la declaración oficial de la Iglesia en las beatificaciones y, especialmente, en las canonizaciones?

La respuesta que estoy dispuesto a ofrecer ciertamente no será exhaustiva, pero ilustra el pensamiento de una de las figuras más eminentes de la Iglesia actual, a saber, Romano Guardini. Su propuesta me parece interesante también en el contexto del presente Congreso organizado por el Comité Pontificio para las Ciencias Históricas, al que agradezco en la persona del presidente p. Bernard Ardura por el honor que me ha brindado al invitarme a este prolusión. Con él saludo con viva amistad y cordial estima al Magnífico Rector de esta Pontificia Universidad Lateranense, a quien reconozco como mi alma mater. Dije de la propuesta de Guardini que es interesante no sólo por su valor teológico, sino también por su valor histórico, ya que se presenta como un esquema fundamental para una historia de la santidad.

 

La propuesta de Romano Guardini

El pensamiento de Guardini al respecto se encuentra en varios ensayos. Por ejemplo, ya en su obra quizás la más famosa, a saber, El Señor (Der Herr , 1937) donde la santidad se describe como el efecto de la entrada de Cristo en la vida del creyente.

a)  ¿Quién es el santo?

El punto de referencia es Gal 2,20: «Ya no vivo. Pero Cristo vive en mí", que B. Standaer define como "la gramática de la vida espiritual según Pablo y que, de hecho, muchos santos citaron como punto de referencia. en El señor Guardini escribe: «Cristo entra en el hombre por la fe y el bautismo; alma de su alma; vida de su vida. Él obra en el hombre y quiere expresarse en su acción y en su ser. Así se forma la personalidad cristiana... Así crece la interioridad cristiana. No consiste sólo en esto, que el hombre se orienta hacia adentro o tiende hacia lo esencial, por tanto a una profundidad psicológica o espiritual, sino que es moldeado por Cristo a través de su entrada en el hombre. La morada de Cristo en el hombre es la interioridad cristiana. Depende de Cristo, y desaparece si Cristo desaparece».

Guardini escribe estas reflexiones en un capítulo dedicado a la Iglesia (cf. cap. XI) y por eso añade que el mismo Cristo que está en uno de sus discípulos está también en otro y en otro y luego en todos los que


creen. en él para que su interioridad en todos y cada uno haga a todos hermanos entre nosotros y  con  él  que  es  el  Primogénito  y  forma el Nosotros cristiano que se  vuelve  a  Dios  invocándolo Padre nuestro. En Mondo e persona (1939), Guardini retoma el texto paulino, que testimonia la ejemplar apertura de Pablo a Cristo obrada por el Espíritu "no sólo en el sentido de comprensión, sino de tal modo que Cristo, que ha asumido el carácter de Espíritu entró en la esfera de ek-existencia... La existencia redimida se funda en esto: el 'tú' de Dios que viene a su encuentro en Cristo atrae en él el 'yo' del hombre, o entra en él..." (ed. Morcelliana, Brescia 2015 4 , págs. 187-189).

Los ejemplos podrían multiplicarse, combinados con la cita paralela de Gal 4,19 que trata de Cristo formado en el cristiano: "¡hasta que Cristo sea formado en vosotros!". En esta perspectiva, para R. Guardini la figura del santo es «el modo particular en que se produce esta irrupción de Cristo; cómo se "forma" de una manera nueva en el ser humano. En este hombre concreto, este tiempo único; pero, precisamente así, al mismo tiempo para muchos, por el alcance de la misión de ese santo" (Figuras santas , en "Los santos y san Francisco", Morcelliana, Brescia 2018, p. 34-35).

b)  El santo en la era paleocristiana

El santo es este. ¡Al principio, este es el santo! Nada excepcional, nada portentoso. Es simplemente aquel para quien, en Cristo y por Cristo, todo ha sido hecho nuevo. Sin embargo... en un mundo "viejo", en el mundo pagano que lo mira con desconfianza, lo considera extraño y lo considera enemigo y hostil... la extrañeza, la excepcionalidad es sólo él:

¡el cristiano!

«Hacerse cristianos y vivir como tales en el primer período ya era en sí mismo algo extraordinario. Quien había tomado esta decisión se desprendió del contexto de la existencia llevada hasta entonces. Se convirtió en un extraño en su propio mundo. Si su familia no compartió el paso, también se distanciaron de él: a veces de manera tan profunda que equivalía a una  separación"  (El  santo  en  nuestro  mundo (1956), en Ibidem p.123).

Sin embargo, ya en este contexto, algunos que aceptan dar su vida por el Señor en forma cruenta (los mártires) y otros que, en forma de reacción a la "mundanalidad" del cristianismo, eligen el desierto (los padres y madres de los desiertos): son espacios en los que la figura del santo adquiere ya la fisonomía de excepcionalidad y "heroísmo".

c)  El santo en la era del cristianismo

Una vez que la fe cristiana se integre en el sistema sociopolítico y estatal, nacerá una nueva figura de santo. «La idea nació de los santos mensajeros de la fe, guías de la Iglesia, penitentes y orantes, maestros de conocimiento en las materias y descubridores del amor divino. En la era


moderna, se le agrega algo más. El sentimiento que aprecia lo insólito en lo humano irrumpe también en el Renacimiento en la idea del santo, y con el concepto de elección y prueba cristiana se conecta el del gran hombre, el creador y pionero, el genio y el héroe".

En esta fase -prosigue Guardini- comienza a acentuarse la dimensión "heroica" en el ejercicio de las virtudes para que el "santo" sea lo perfecto: el hombre como Dios lo quiere ( I santi (1939), en Ibidem , p. 107 -108).

En muchos aspectos este sigue siendo el "santo" de nuestros procesos de beatificación y canonización.

d)  La relación entre lo ordinario y lo extraordinario

En  mi opinión,  este   informe   es   el   elemento   más   original del excursus histórico de R. Guardini; una descripción en la que es fácilmente reconocible lo que Guardini siempre llama "oposición polar", es decir, la tesis según la cual toda la vida humana, en su conjunto como en sus detalles, se estructura en forma opuesta. Es una teoría que JM Bergoglio / Francesco hará suya, como ya se puede ver en Evangelii gaudium: es el deseo de armonizar los opuestos, de invitar a una mesa común a conceptos que aparentemente no podrían abordarse, porque están colocados sobre un nivel superior, donde encuentran su síntesis.

En este marco hermenéutico, Guardini considera también la relación entre lo ordinario y lo extraordinario en la historia concreta de un santo. En efecto, habla de una clara relación recíproca. En resumen: la vida cotidiana necesita de lo extraordinario para no volverse aburrida, insensible y lo extraordinario necesita de lo ordinario como espacio del ser cristiano concreto. La santidad, en verdad, como hemos oído decir a Pablo VI, está "llamada a la generosidad, a la audacia, a la grandeza, al heroísmo, al sacrificio".

El santo en nuestro mundo

Hoy, sin embargo, estamos en un período de cambio, como repite Francisco. Hoy ya no estamos en la era del cristianismo y tampoco estamos en el paganismo precristiano. R. Guardini lo sabía muy bien. Él mismo, sin embargo, habló del fin de la era moderna. En esta época cambiada, o en cambio, la figura del santo empieza a tener nostalgia de los orígenes. «El elemento extraordinario se retira...», escribe Guardini y he aquí nuevas sensibilidades y nuevas atenciones. Anticipándose al Concilio Vaticano II, traza las primeras líneas de una relación entre santidad y laicismo, visualiza situaciones en las que el verdadero milagro será la aparición del Dios vivo gracias a la realidad de la existencia. Del santo de lo extraordinario sentimos la necesidad de pasar al santo de la modestia: el que no planea nada en particular, sino que hace de vez en cuando lo que le exige la hora.

Quizá por eso nos hemos vuelto más sensibles a ciertos enunciados y ciertas imágenes, que si por un lado (y debidamente) nos remiten a los temas de la vocación conciliar universal a la santidad, por otro lado quisieran esbozar una nueva hagiografía. Pienso en aquella "santidad planificadora" de la que se ocupa san Juan Pablo II en la Novo Millennio Ineunte, donde, retomando el Vaticano, escribe: "Como explicó el mismo Concilio, este ideal de perfección no debe ser malinterpretado como si implicara una especie de vida extraordinaria, practicable sólo por algunos "genios" de la santidad. Los caminos de la santidad son muchos, y adecuados a la vocación de cada uno... Es hora de proponer de nuevo a todos con convicción esta "alta norma" de la vida cristiana ordinaria" (n. 31).

Pienso en el Papa Francisco, que en Gaudete et exsultate : "Me gusta ver la santidad en  el  paciente pueblo de  Dios: en los padres  que crían a sus hijos con tanto amor, en los hombres y mujeres que  trabajan  para llevar el pan a casa, en los enfermos , en las monjas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia de ir adelante día tras día veo la santidad de la Iglesia militante. Esta es a menudo la santidad "de al  lado",  de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, "la clase media de la santidad" "(n. 7).

Pienso -y con esta cita concluyo, agradeciéndote por haberme escuchado- en el Camino corto a la perfección trazado por San JH Newman: "Si me preguntas qué tienes que hacer para ser perfecto, te respondo: primero de todos, no se queden en la cama más allá de la hora fijada para levantarse; dirige tu primer pensamiento a Dios; hacer una breve visita al Santísimo Sacramento; rezar el Ángelus con devoción ; comed y bebed para la gloria de Dios; rezad bien el Rosario; ser recogido; aleja los malos pensamientos; haz bien tu meditación vespertina; examínate a ti mismo todos los días; acuéstate a tiempo, y ya estarás perfecto" (En Meditaciones y Devociones , p. II).

 

Pontificia Universidad Lateranense - 9 de noviembre de 2022

 

 

Marcello Cardenal Semeraro

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