lunes, 13 de septiembre de 2010

Chiara Luce: Un modelo actual para la juventud

El 25 de septiembre será beatificada una jovencita: CHIARA LUCE (CLARA LUZ), que pertenecía a la Familia de los FOCOLARES. En este tiempo, en el que abundan los anti-modelos, bien vale la pena presentar este hermoso modelo de una jovencita, fiel discípula de Jesús.

CHIARA LUCE BADANO, 18 AÑOS: UNA “LUMINOSA OBRA DE ARTE”

Una joven bella, extrovertida y exhuberante, enamorada de Dios. Pero el espléndido designio de su vida se revela con la última rípida enpinada en los dos años de enfermedad.

18 años de una existencia. Un modelo no sólo para los jóvenes

 Chiara Luce Badano, 18 años

“una luminosa obra de arte”

Beatificada el 25 de septiembre de 2010

 

 

Chiara Badano nace el 29 de octubre de 1971 en Sassello, pequeño pueblo en la provincia de Savona (diócesis deAcqui). Rica de dotes naturales: bella, deportista, alegre y tenaz. Tiene la idea de ser aeromoza porque quisiera conocer el mundo, sin embargo después se orienta a la medicina para ir a África a curar a los niños. Tiene una predilección por los otros jóvenes, por quien está en búsqueda, por quien pasa necesidad. No excluye de sus atenciones a quien es... antipático.

 

La suya es una vida normal, hecha de éxitos y fracasos. Tiene muchos amigos que encuentran en ella apertura y escucha. Pero en el colegio experimenta también la marginación por parte de quien la llama “monjita” por su compromiso cristiano. En décimo pierde el año, lo siente como una injusticia, atraviesa la desilusión de su primer enamoramiento.

 

Pero Chiara hace de todo obstáculo un trampolín. Las dificultades son otras tantas posibilidades para entrenarse a vivir con autenticidad del Evangelio, y responder al Amor de Dios que la atrajo desde cuando tenía poco más de 9 años, cuando participó con sus papás en el Family Fest (manifestación internacional para las familias promovida por el Movimiento de los Focolares).

 

Enseguida se compromete con las niñas del Movimiento, las gen. Después del primer encuentro, junto a Chicca, gen como ella, le escribe a Chiara Lubich: “Hemos empezado enseguida nuestra aventura: hacer la voluntad de Dios en el momento presente. Con el Evangelio en mano haremos grandes cosas”.

 

Chiara Lubich había lanzado, precisamente a los más jóvenes, un desafío audaz: “Ser una generación de Santos”. Porque, había agregado, “para hacer ciudades nuevas y un mundo nuevo no bastan los técnicos, los científicos y los políticos, hacen falta sabios, se necesitan santos”. La fundadora de los Focolares no tuvo miedo de confiarles su secreto: Jesús en el ápice del dolor y del amor que grita el abandono del Padre para unirnos a Él y entre nosotros.  “Sin Él –había dicho- no se puede estar en pie”. Invitando a reconocer su rostro y a amarlo con predilección en cada dolor pequeño o grande. Es la clave para transformar el dolor en amor, y no quedar replegados en sí mismos, sino proyectados fuera amando.  Chiara había agregado: “¡No tengan miedo! ¡Dejen que sea Él quien les recompense con amor! ¡Les hará felices en esta vida y por la eternidad!”, Chiara Badano escucha estas palabras en un encuentro del Movimiento en 1983. Se convertirá en un ejemplo vivo.

 

Por sorpresa, con 17 años, un dolor agudo, mientras juega tenis. Análisis y después el diagnóstico. Un tumor óseo entre los más dolorosos. Ante la noticia siguen 25 minutos de lucha interna, después su sí a Jesús. No se echará más para atrás. Muy pronto se disipa la esperanza de una curación. Chiara pierde el uso de las piernas. Es una nueva ‘sorpresa’ de la enfermedad: “Por ti Jesús, si lo quieres Tú lo quiero también  yo”.

 

Se presenta una grave hemorragia. Está en peligro de muerte. Los gen hacen turnos de oración.

Los médicos se preguntan si dejarla morir o proceder a la transfusión intentando salvarla, pero intensificando así los sufrimientos.  Se deciden por la vida. Chiara vivirá todavía un año, decisivo para ella.

 

Es el año de una tenaz empinada, en unión con Chiara Lubich, con sus padres, con los otros jóvenes con quienes comparte sus mismos ideales, hasta la cima de la unión con Dios que se refleja en su rostro luminoso, a pesar de los dolores de la enfermedad.

Después de una noche difícil confía: “Sufría mucho físicamente, pero el alma cantaba”.  Quien va a visitarla con el deseo de animarla, sale transformado: es Chiara quien contagia con su serenidad y paz. No es raro que digan haber experimentado el Paraíso.

 

Uno de los médicos, no creyente y crítico hacia la Iglesia cuenta: “Desde cuando conocí a Chiara algo ha cambiado dentro de mí. Aquí hay coherencia, aquí del cristianismo todo me cuadra”.

 

Chiara Lubich, respondiendo a su última carta le escribe: “Dios te ama inmensamente, y quiere hacerte experimentar gotas de Cielo. Tu rostro tan luminoso expresa tu amor por Jesús. ‘Chiara Luce’ es el nombre que pensé para ti. ¿Te gusta? ¡Es la luz de Dios que vence al mundo!”.

 

Hasta el último momento Chiara Luce está volcada a amar a quien le está al lado, a comunicar a la mayor cantidad de jóvenes posible el ideal que la anima, a darle Dios a quien la busca.  La vigilia de su “partida”, saluda a todos los presentes, uno por uno, pero a los jóvenes con un amor especial. Les deja una consigna: “Los jóvenes son el futuro. Yo ya no  puedo correr, pero quisiera pasarles la antorcha como en la Olimpiadas. Tienen una vida sola y vale la pena gastarla bien”. Después le revuelve el cabello a su mamá: “¡Chao1 Sé feliz porque yo lo soy”.

 

El 7 de octubre de 1990 Chiara Luce concluye su aventura terrena.  Había esperado este momento como un encuentro con su Esposo. Había transformado su pasión en un canto nupcial. Para su funeral había pensado en todo: en las canciones, en la oración de los fieles, en las flores, en el peinado, en el vestido que deseaba que fuera blanco, de novia. A la mamá le había dicho: “Cuando me vistas no tienes que llorar, sino decir: Ahora Chiara Luce ya no sufre, ve a Jesús”. Ese día eran muchísimos los jóvenes. El obispo de Acqui, Mons. Livio Maritano dijo: “La alegría dominaba, extrañamente estaban unidas las sonrisas a las lágrimas”. Es inmediato el eco de su extraordinaria breve existencia. Muchos cambian de vida. Son innumerables los testimonios.

 

El obispo la había conocido personalmente. Percibiendo todo el valor de su testimonio para los jóvenes y para la Iglesia, toma la iniciativa y lleva adelante la causa de beatificación que sigue un itinerario particularmente rápido: poco más de 10 años.

 

El 25 de septiembre será la beatificación. Se prevén miles, jóvenes y no, de todo el mundo. En conexión por TV y por Internet.

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